sábado, 12 de abril de 2014

Suelten

Cuando se nublan las manos
No quieren soltar
Como la Tierra al Sol
Siempre girando vamos a estar

En algún lado polvo
Viento viene a levantar
En algún lado cenizas
Hacen la vida volar

Lo que me duele tuyo
Miedo de luz va
Hoy caen nuestras hojas
Y las estrellas suben ya

Me destiñen tus colores
Cuando esta realidad
Moja estos ojos míos
Con la foto que no pude sacar

Brille tu sonrisa para siempre
Miren tus ojos sin parar
Obren tus manos la verdad
Sea libre tu corazón

Y suelten mis manos todo este amor
(Que no te puedo dar)




jueves, 27 de junio de 2013

Color Junio

Es invierno en Buenos Aires y es lógico que esté frío el aire. El invierno se planta entonces en las esquinas donde dobla el viento, en los vidrios que se empañan (porque en algunos adentros hace calor), en los gatos que para dormir se convierten en bolas uniformes de pelo y también en algunas sombras, que antes eran color y calor y hoy las vemos ahí, temblando, vaya nadie a saber por qué.
Es invierno en Buenos Aires y voy a aprovechar que está frío el aire para salir así como estoy, en short y musculosa, y absorber con la piel ese fuerte impacto expresado comunmente como "me re cago de frío". Pero no es que quiera cagarme de frío, ni es tampoco que tenga ganas de sufrir, ni que pretenda pescarme una neumonía para quedarme en la cama y no ir a trabajar, ni a estudiar, ni a vivir. No, no es nada de eso. Lo que sucede es que se me ocurrió que tanto frío, ante tan desabrigada persona (que vengo a ser yo), va a ser absolutamente efectivo en su ánimo de congelar, que también es mi ánimo. O sea, pensamientos congelados. Porque eso es lo que quiero, congelar mis pensamientos. Inclusive, con un poco de suerte, si el frío es realmente helado, los pensamientos tal vez se escarchen y luego, de esta rigidez transparente se derritan y desaparezcan, o directamente se rompan. O sea, pensamientos congelados y desaparecidos. Muertos. No, perdón, ¡muertos no! Pensamientos congelados y desaparecidos, asesinados.
Entonces abro la ventana y salgo, así como estaba, en short y musculosa. "Está fresco", pienso al principio, y suspiro mucho para afuera, concentrándome como para no tener frío, hasta que recuerdo cuál era mi objetivo, porque ya se me había olvidado. "Hay que hacerlo y me la banco para no bancarmelá" me digo y algunos pinchazos ya asoman por la espalda, otros suben por las pantorrillas y se entumecen un poco los dedos. Empiezo a temblar, mi cabeza también. Las ideas tambalean un poco hasta que por poco ya sólo tiemblo. Tiemblo y tiemblo y todo me tiembla (también el alma, ¡y cómo lo hace!) y pasa nada más que eso. De pronto, algún recóndito sobreviviente de la conciencia me dice, me digo, "está funcionando". Y voy a temblar un poco más. Pero de pronto, algún recóndito sobreviviente de la no-conciencia, del inconsciente, de toda esa mierda latente, me dice, me digo: "Estás temblando como esa vez" y yo no lo puedo creer, pero sigo: "Estás temblando como cuando tuviste que poner ciertas cosas en su lugar y hablar sobre ciertos silencios, mostrar un cacho de corazón enserio, estás temblando como cuando la viste llegar". El objetivo se evaporó de un segundo a otro, como el segundo en que te vi pasar. Como el tiempo en que te vi pasar, pero no te vi volver. Y mirá que no era un objetivo muy profundo el tuyo, el que tenía con vos. Supongo que tal vez todo sonó demasiado serio, supongo que soné mal yo. O por ahí vos escuchaste cualquier cosa, y sucedió eso de los malentendidos que dan luz a entendimientos que no caminan. Qué se yo, en este momento buscar razones (que tal vez no existen) me importa muy poco porque estoy adentro de nuevo y sigo temblando.
Y mirá que no era un objetivo muy profundo el tuyo, el que tenía con vos. Apenas mirarte y que te rías, que te llenes de color, porque así me pintabas todas las sombras y era todo gratis, la maravilla del color.


lunes, 22 de abril de 2013

Tarde

Llegaste tarde, como de costumbre
Así que voy a contarte
Durante esos minutos en que no aparecés
Mi mente mira en esa dirección
Para ver el momento en que tu cuerpo surge.
Y te espero tanto
Aunque vos no lo sepas, te estoy esperando.
También espero un poco a tus ojos
En realidad los espero un poco del todo
Porque cuando tus ojos aparecen
La ventana al mundo se abre
Para irme por ahí, volando bien alto
Y desde arriba no estoy arriba
Sino que voy siempre a tu lado
Aprendiendo que algunas risas
A veces curan
A veces duelen
Y a veces silencio.
Entonces me quiero escapar
Pero lo que me aterra
Son esos momentos
En los que me quiero quedar
Porque ya no quiero que te vayas
Ni que cierres la ventana
Así que si me escapo
Es puro miedo
Y nada más.

Llegaste tarde, como de costumbre
Y jamás vas a saber
Que yo te esperaba
Porque a las palabras yo
Siempre
Llego tarde.



viernes, 15 de febrero de 2013

Cheers darlin'

Me estoy ahogando. Me estoy ahogando, así que me va a explotar el corazón. Y me voy a morir. Hay voces que sugieren en la cabeza que estoy exagerando un poco, que esto és... Pero para alguien que no es sordo es muy fácil no querer escuchar. Así que hago ruido y no escucho. Y me estoy ahogando, así que me va a explotar el corazón y sí, lo siento, lo presiento. Acá, en el centro, mi centro, mi pecho, tanta presión. Esa fuerza punzante, que acorrala, que te hace transpirar hasta más no poder por el frío que trae consigo cada anochecer y el amanecer y toda la mierda.
Sí, yo tampoco entiendo. Nada tiene que ver con nada y cualquiera coincidencia con la fantasía es mera somatización. Quiero arrancarme las palabras de donde no pueden salir. Así que viajé para irme. Viajé para irme lejos y me olvidé que de los sueños no se podía escapar. Y que en los sueños no se podía correr. Y que nunca supe volar. Así que ahí estabas, en los sueños, lo más campante y yo ahogándome sin parar. Qué increíblemente pelotudos que somos los seres humanos. Qué terriblemente cobardes.
Me cuelgo un rato mirando las huellas de la espuma de la cerveza en el vaso porque me parecen simpáticas. Cambio un poco la música, para suavizar estas pulsaciones fuera de control. Y rezo. ¿Rezo por vos?. No. Esta vez rezo por mí. A continuación, agarro el fósforo para encender la pólvora que está en mi boca, para incendiar este silencio estancado, cansado, sobornado.
Quedo cansada. Como después de correr, como después de hablar. De a poco la presión retorna a su lugar, mi centro. Sentada en el escritorio, me agarro la cabeza, como diciendo esto no puede ser. Pero yo lo leí en la remera de la uruguaya: somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. Y cuando tuve la oportunidad me quedé callada. Así se van, en cada silencio, cada oportunidad.
Soy mi silencio, para no arruinar lo que somos.
Cheers darlin'

jueves, 25 de octubre de 2012

Hacer nada

El primer movimiento, luego de un prolongado tiempo de parálisis, es tan exigente y extenuante como una carrera de kilómetros. Hoy, después de ese tiempo, voy a escribir sobre el desasosiego. Muchos lo hicieron. Pero este es un mío desasosiego. Hoy, después de tanta parálisis, de tanta quietud vibrante al filo escondido del desgarro, voy a escribir.
Sobre hacer nada. Sobre la puta mierda que uno siente después de tomarse todas las cervezas que había y abrir un vino que por ahí quedaba y algún licor viajero que te da ese amigo. Sobre hacer nada.
Voy a escribir acerca de el fantástico ejercicio de llenarse la mente de cosas por hacer, pero hablo de llenarse la mente hasta que rebalse y hablo de cosas que hay-que-hacer, y hablo de pensar tanto en esas cosas que finalmente (y desde el principio y en el durante) lo que se hace es hacer nada.
Voy a escribir sobre sentarme al borde de una mesa, en medio de un cuarto lleno de gente, en medio de conversaciones estimulantes, en medio de gestos seductores, mientras yo sigo al borde de la mesa y miro el reloj y miro las horas y miro los minutos y miro los segundos y todo se va. Todos se van. Tic. Tac. Chau.
También voy a escribir sobre la bellísima sensación de vivir pensando que existe un tiempo perdido, irrecuperable por definición, aún sabiendo que pensar en "el tiempo perdido" se vuelve tan absurdo como cualquier redundancia. Después de todo, siempre hay tiempo para la culpa.
Voy a escribir por esas veces que se me cae la garganta a pedazos cuando intento hablar. Y me refiero a que no es metáfora la metáfora que piensa palabras como cuchillos que se clavan vaya uno a saber dónde y sangran en silencio.
Voy a escribir sobre cómo me gustaría que estés acá. Sobre que todavía tenía canciones que mostrarte. Sobre que todavía había algo para cantarte. Sobre que no pude hacer nada. Sobre que no pude hacer.
Sobre hacer nada.
Pero ya estoy acá. Y voy a escribir. Estoy escribiendo.
Hice.
Porque ya se dijo: desde la falta se és. Ahí lo que mueve. Ahí el deseo.
Hacia ahí camino. El primer movimiento.


domingo, 9 de septiembre de 2012

Claro que extrañé tu buzo. Claro que tuve frío.
Y nos dormimos, sin saber nada...
Cientos de veces me pregunté
si te estabas acordando de mí.
Cientos de veces me maldije,
hasta algún fin.
Porque quiero saber.
Quiero saber,
si estás bien.
Quiero saber,
si estás.
La gente pasa,
tan en la superficie.
Tan cerca del vómito
de esta alma
que solo quiere escupir
Escupirte un pedazo de amor
que nunca existió.
Alaska es  muy lejos.
y yo vuelo tan bajo
como tu corazón.