viernes, 12 de diciembre de 2008

Escrito de lo que estaba implícito hasta antes de ser escrito

Si tuviera que tocarte en la guitarra vos serías el rock and roll de los sentidos.
Los días soleados con lluvia llevan tu nombre, te sobran ecos de la naturaleza.
Respirarte puede significar ese leve ahogo que revive a quienes se mueren de vulgaridad.
Esta noche tus ojos son la luna y giran alrededor de mi cabeza, remendando un par de nombres descocidos en mi piel.
Emprendo un viaje falso por los caminos de tu patria, liberando algunas banderas de la necesidad.
Preguntar dónde reside aquella falsedad hoy estaría de más, simplemente es cuestión de averiguar.
Puedo confiar en que, a veces, la imaginación toma el poder.
Ahora yo tengo el poder de imaginar que nos encontramos a segundos de volver a nacer.
Simplemente es cuestión de intentar, simplemente es cuestión de volver a creer.
Yo te ofrezco esta fantasía, la fantástica sensación de que no hay nada por perder.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Incierto

Miro por la ventana y veo correr a un par de palabras en silencio. Se me escaparon hace un rato pensando en la vida y no pude hacer más que echar a reir, sin pensar en detenerlas.
Mi concentración está desconcentrada, aventurándose en uno de esos viajes que no presentan rastro de retorno alguno.
Me siento a mirar en mi mente, a buscar lo que se esconde dentro de esta sensación diurna, consencuencia de ciertos escapes nocturnos.
Me encuentro con más risas y sonrisas.
Me encuentro en la puerta de lo desconocido, y hoy es bienvenido no conocer al destino.
Entro, no se a dónde. Mejor así.

martes, 2 de diciembre de 2008

En la nuca

Quien entienda el llanto de una guitarra podrá quizás alguna vez entenderme a mí.
Quien pueda temblar ante la más aparente calma.
Estás parada adelante mío, necesito cerrar los ojos para verte mejor, para no llorar.
Nuestras voces no llegan, vamos a enmudecer al mundo entero, nena.
Vamos a paralizar el movimiento del planeta que nos rodea, que nos interioriza.
Pero nunca dejemos de temblar. No podemos perder esa sensación.
Algo va a pasar.
Las miradas en la nuca, siempre. Esa marca que no podemos borrar.
Quizás por eso haya decidido la eternidad en mi nuca. Porque me duele.
Tengo la urgencia de entregar un mensaje que nadie entenderá.
Entonces la urgencia se convierte en vértigo y no para de caer.
Es tu mano la que me podría sostener.
Pero tu mano no está. Ni hoy ni mañana.
Me caigo por el puente de una guitarra, quien entienda su llanto podrá, quizás, alguna vez entenderme a mí.

Sin repetir y sin soplar

Estaba pensando que los nombres de mi vida se desviven de ironía. Entran por la puerta, repitiéndose impunemente, recordándome que los fantasmas existen, y que lejos de asustar, debemos reir para no llorar.

Acá iría la lista de nombres que debieran ser abolidos por el registro que corresponda por el poder que le concede la santa biblia y la concha de su hermana.

(...)

sábado, 29 de noviembre de 2008

Fiebre

Conduciendo una nave no espacial presiento el lugar de destino antes de llegar.
Me voy de viaje con tus labios de papel, y beso las quemaduras de tu piel.
Vamos a consumar un par de actos en el espacio sideral.
Vamos sin pensar en eso que nos obligaría a parar.
No importa si en detalle o en ideas principales es que vamos a vibrar, porque esta noche está insolada desde que se rozó con tu mirar.
Y cuando me vaya volando, tal vez te deje un par de alas para despegar.
Y cuando me encuentre ya muy lejos, se que voy a pensar:
¡Aquí no ha pasado nada! (de lo que debía normalmente pasar)
¡Aquí ha pasado todo! (de eso que no tenía que pasar)

viernes, 28 de noviembre de 2008

Ahí no hay nada

Estamos ahí bajo la lluvia, arriba de una cama. Se nos innunda la vida, estamos ahí.
Nos movemos al ritmo de la contradicción "frío de la lluvia-calor de la cama".
Se nos contradice la vida, nos arrancamos de raíz.
Alrededor, ¡qué nos importa! No existe ningún alrededor. Estamos situadas en la complementariedad de nuestros egoísmos, secando las gotas con saliva, prendiendo fuego la tormenta, abriendo los ojos en donde nada vamos a ver; estamos situadas en la complementariedad de nuestros engaños intermitentes que caen como cuchillos y descansan en el colchón.
Realidades paralelas nos invaden en forma de cruz, con el peso de una cruz y el filo del metal.
Voy a desplazar todo lo que quiera fuera de mi plano, llueve sobre las cruces y no pienso salvar ni una.
Tampoco se si quiero que nos salvemos.
Hoy ya lastimamos, ya dolimos.
Después de todo, otra intermitencia.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Dulce descontrol

Una vez te busqué tras el humo, y ahí estabas, danzando entre las llamas que sólo yo podía ver.
Dos veces te busqué tras el sabor del vicio, y ahí estaba tu boca, ¡grandiosa salvación!
No sabía, dulce descontrol,
serían tan efímeras nuestras pitadas. No lo sabía, ¡dulce descontrol!
El querer no es cuestión de querer querer. No pudiste sentirme, aunque yo te sentí poder.
El sentir no es cuestión de querer poder.
La incertidumbre de dos ojos todo lo puede.
Me puede.
Pero no es asunto mío aquel dulce descontrol.
Tres veces te busqué tras las preguntas, mas nada quedó claro.
¿Qué cable te cortaron por error, que solo cabe el terror en tu mochila adolescente?
¿Qué peso llevás ahí, qué espanto de visión?
No sabía, dulce descontrol,
serían tan efímeras nuestras miradas y el rock and roll.
Cuatro veces te busqué, quería decirte "tengo el auto, vámonos de aquí".
Pero en tu lugar sólo arden las llamas... yo puedo ver.
Quiero decirte,
tengo el auto.
Vámonos de aquí, ¡dulce descontrol!

martes, 18 de noviembre de 2008

Ojos de humo

Ojos rojos escupen humo e invitan a fumar de la belleza esculpida que nace en su boca, que es su boca. Las palabras sólo son destellos en medio de la noche, hoy la niebla no se abre con nada y libramos la imaginación al poder de la imaginación. Subimos por ese espiral, sin parar, no tenemos noción de lo alto que podemos llegar ni con qué nos vamos a encontrar, entre la niebla.
Se rajan las gargantas, pero mantener la mirada siempre fue algo que me emocionó.
Somos pasajeros en esta vida pasajera, lo estático nos abruma, aunque sabemos que algo siempre se va a mover. Y al final no se si lo que nos abruma es lo estático, o la espera del movimiento, la tristeza o el miedo a la felicdad que viene.
Tarde o temprano nos vamos a encontrar. Porque los ojos rojos también lloran, gozan, matan, mueren, renacen de sus cenizas, se vuelven a encender y otra vez a subir.
Cuando nos cansemos de morir para poder ser, ahí vamos a empezar a vivir, vamos a ser quienes somos.
Vamos, ojos rojos.

sábado, 15 de noviembre de 2008

De la amistad entre alcachofas

Vení, acercate. Escuchemos lo que la lluvia tiene para contarnos. Que tenemos por bien vivido lo llovido aunque nuestros ojos hoy sean barro. Estas son las gotas que limpian a las gotas que lastimosamente rodaron por nuestras almas. Estos somos nosotros tratando, no te alejes, no te traiciones. Probemos una revolución distinta en cada esquina, entre remolinos de viento, volemos en este torbellino, que un día se acaba. Gozemos de la locura que nos salva, querido amigo, porque sino no nos salva nadie. Siempre tendrás mi mano, siempre te estoy agarrando. Estos somos nosotros cayendo sin caer. Cuando la lluvia golpea en la ventana, ese es el momento, la única forma en la que pienso que estoy sintiendo al cielo, ni dios ni infierno. Y a veces me vuelvo barro, a veces me prendo fuego. Pero nunca voy a estar sola, y vos tampoco, porque ¡tanto es lo que te quiero!

Dedicado a Nino Sarli, mi hermano del alma.

Banca rota

Y al final está ese beso, el que salda la cuenta, el que te deja en banca rota.

Ayer tu boca le dijo a la mía que ya no habrá más de ese ahogo, el causante de la instantánea muerte bella*. Entonces me despedí y caminé decidida hacia la salida, sin mirar atrás. Paré un taxi y me subí. El viaje hasta mi casa se convirtió en un viaje por las calles que vos y yo caminamos, por los momentos en que nos mirábamos sin decir nada, por las palabras que nos dijimos y también por las que callamos. Miré para atrás y te lloré, una y otra vez.

Decidí que no más, aunque después me dormí con tu nombre entre los labios; ese después traicionero, engañoso. Porque al día siguiente el dolor parece más lejano, y tenemos la certeza de que podemos volver a pasar por lo mismo, una vez más, un rasguño más, otro suspiro. Así que al final está ese beso, otro más, el que salda la cuenta y me deja el corazón en banca rota, sin libertad.

*proveniente del capítulo 7 de Rayuela

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Consumida

Cuántas noches, mi amor, ¿cuántas noches hubieran sido? ¿Cuántos días camuflados bajo el poder de las sábanas y bajo la influencia de tu cuerpo durmiente?
Hay pensamientos que me provocan un estado de encierro mental, seguido por la desesperación ante la falta de salida. O mejor dicho, ante la imposibilidad de volver a entrar.
Necesito que el agua hidrate ciertas raíces que olvidé. Revivir senderos de vida que juré no volver a transitar. Asumir cuestas que nunca voy a poder emprender, cuestas que sólo se bajan, sin mirar atrás.
Una vida llena de andares y venires. El impedimento de asentarse, el miedo a permanecer, porque es sabido, en algún momento hay que seguir.
Yo te miro todos los días, todos, aunque vos no me veas a mí. Lo sabés.
Y entonces me dedico a consumir mi vida en cigarrillos, humareda que recrea ciertos fantasmas, imagino tu cara del otro lado, aspirando el humo. Pero acá sólo hay un cenicero que rebalsa errores y frustraciones y vos no vas a llegar.
Se acabó el pucho. Fue un gusto, corazón.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Viernes

Desplazamientos de objeto
que absurdamente acepta mi cuerpo.
Besos con nombre a poco cierto,
besos con nombre a no resuelto.

Nena yo quiero ver la desnudez de tu alma.
No puedo reemplazar amor por saliva usada.

Nena yo quiero ver la desnudez de tu alma.
No quiero adivinar quién está hoy conmigo en la cama.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Sangre tinta

Como tratando de palpar los sentidos decido tatuarme en esta hoja, para siempre. Mi sangre es la tinta y le pone palabras a lo que no se dice, desparramando sentimientos por los renglones.
Alrededor la vida como si nada, como si todo, proyectando sombras en mi papel, sombras que son la intersección entre este mundo escritura y el mundo nada todo.
Yo apoyo la cabeza en una parte del todo, pero (la) nada cobra sentido. No es tu parte. Sólo son canciones que se me clavan como pedacitos de vidrio transparente en los que reposa mi alma aturdida.
A mi también me altera la situación. Pero dejemos que todo desaparezca y después dejémonos morir, si es que todavía no lo hicimos. Y no me vengas a hablar a mí de buscar en el primer piso lo que supuestamente está en el sotano.
Hoy y para siempre me escondo detrás de esta hoja, encierro mi sangre en esta tinta para no volver a desparramar sentimientos por los renglones, por los amores.

Desgarro

Que la luz bañe mi llanto, aunque el esfuerzo de levantar la persiana implique desgarrarse unos cuantos músculos, incluyendo el corazón.
Escher no tiene ganas de dibujar hoy, se fugaron los colores por un plano impensado.
Me escondo en la nebulosa de estupefacientes y amortiguo la realidad, escapándome una vez más. Pero siempre está el día después, en el que tengo que abrir los ojos y ver lo que hay que ver, o mejor dicho, lo que no hay para ver.
Porque me faltó ver cómo se deslizan tus dedos por las cuerdas de acero y me faltó verte dormir. Porque me faltó ver tu cara de despedida y me faltó verte ir, para no volver.
(Aunque sea ciertamente estúpido que te falte algo que nunca estuvo).

No puedo seguir escribiendo.

jueves, 30 de octubre de 2008

Ella sol

Hay veces, son días. Explosiones en nuestro interior que nos hacen caminar haciendo equilibrio por la vereda más ancha.
Hay soles, nos queman, nos manchan la piel y se esconden.
Quedamos a oscuras. Ciegos. Pero siempre somos los que más vemos.
Siempre seguimos. El rasgueo de la guitarra se enlentece, pero sabemos que no termina ahí.
Mañana existe. Con o sin sol, con o sin sus ojos (tristes).
Y llorás todo lo que no le dijiste, y te morís por todo lo que no viviste. ¿A caso hay algo más absurdo que eso?
Querés perderte por los senderos de su cuerpo, pero no sabés cómo emprender el viaje. Porque lo barato del pasaje de ida y vuelta es una mera ilusión monteria. ¿A caso alguien en sus cabales quisiera regresar de los senderos de su cuerpo?
Sos cobarde, ni siquiera lo intentás.
Hoy vas a aprender
que ella es increíble,
y camina sola por la sombra,
porque no se te ocurrió invitarla a tirarse bajo el sol.
Tu miedo a las quemaduras y a la explosión.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Miedo a los 20

Me llamo Mariana y tengo veinte años. Muy de vez en cuando creo en mí, pero depende de los ojos que me estén mirando. Si bien un amigo me asegura que es una cuestión de actitud y llevo invertidos tres años en terapia, creo en mí sólo muy de vez en cuando.
Conocí el amor hace unos años y desde entonces me enamoré de él, pero como todo sentimiento pasional, que decanta en los extremos, últimamente lo odio bastante. Aunque en verdad no es su culpa, sino que es el miedo, mi miedo.
Sin música no vivo, y a través de mis auriculares me la paso escuchando a la banda de sonido de mi vida, que obviamente muta con cada momento, hora, estado de ánimo, situación, contexto y demás.
Al momento de comunicar cosas importantes, suelo optar por las cartas. Dependiendo la situación, tal vez yo misma se la leo al destinatario, o quizás ni siquiera (se) la entrego y de este modo la carta se acumula en el cajón de las palabras que nunca entregué. (Que por cierto, son varias).
Si tengo que hablar, hablo.
Si tengo que saltar, salto.
(A veces debería pensar menos).
Si tengo que dudar, dudo.
Si tengo que mirar atrás, miro.
Si me tengo que arrepentir, es tarde.
Si tengo que lastimar, me abro.
Si me tengo que acobardar, me mato.
Si tengo que callar, me muero.
Pero sobre todo me gusta mirar a los ojos, sin pestañar sentir el hilo conductor. Ahí es cuando, muy de vez en tanto, creo en mí, creo en vos y no me enojo tanto con el amor.

lunes, 27 de octubre de 2008

Minutos robados

Y sinceramente no puedo dejar de pensar en tu cara. El miedo vaga por mi piel como un viejo fantasma que se aviva con la brisa más leve.
Acostada en mi cama la mirada se me fuga por el infinito que conduce a esa habitación apurada y me pierdo completamente.
La habitación apurada, tímida, somnolienta, mañanera, silenciosa, sedienta, hermosa. Cayendo por el tobogán de los minutos robados, esos que hacen justicia.
Pero el vértigo me arranca de la habitación y aparezco mirando la pared de mi cuarto. El regreso imprevisto del viaje por el recuerdo me sorprende temblando, llena de temores y de encanto.
Porque tal vez aquellas sábanas sientan ahora el roce de otra piel y se hundan en ellas otros besos, otras piernas, otra mujer.
La paranoia de siempre. Los cuestionamientos (incuestionables) a la libertad. Otra mujer.
Es que sinceramente no puedo dejar de pensar en tu cara.

martes, 21 de octubre de 2008

De mi no pertenencia nº 78945321357

No, no puedo aceptar que somos la generación del cyber. No puedo concebir que una persona de carne y hueso se conforme con posteos de fotolog, tan cercanos a la nada, tan cercanos a la posibilidad de no existir a través de una simple ruptura de las vías tecnológicas.
Necesito saber que todavía hay alguien en un bar escribiendo frases de amor en servilletas de papel, dibujando utopías, haciendo barquitos de papel para poder naufragar cuando la vulgaridad de los días genere pánico.
Quiero creer que por mis venas todavía corre sangre y no el miedo a que me desangren, ese que todo lo congela.
Sueño con encontrarme unos ojos que digan la verdad, que no lloren por llorar.
Entonces camino las calles, de noche, de día, buscando esperando callando gritando rasguñando pisando fuerte corriendo frenando mendigando migajas de amor soñando usando lastimando ocultando errando desquiciando pensando que de todo eso no quiero nada más, nunca más.
Prender fuego la cruz de la nostalgia, fumarse el veneno de las flores que brotan de vez en cuando para recordar que todavía siento y aún me duele y que yo no pertenezco a la generación del cyber.

lunes, 20 de octubre de 2008

Esta vez no quiero pensar,

Será porque me gusta ver cómo te transportas.

Será porque sos compleja pero no (me) acomplejás.

Esta vez no hace falta pensar.

Un par de ojos que parecen llegar a la profundidad,

Un par de ojos que no pienso esquivar.

Y son tantas las canciones que te quiero contar,

hay tantas frases que te podría cantar.

Esta vez no voy a pensar.

jueves, 16 de octubre de 2008

Mente en blanco

Escribo un párrafo, lo leo y después borro todo. Así estoy. Así funciona el ciclo de mi vida diaria.
Borrón y cuenta nueva, dicen.
Pero yo siento que algún lado de mi cuerpo hay un depósito de poesías suprimidas, de palabras silenciadas, de besos que no llegaron, de abrazos que se murieron en un par de manos en los bolsillos.
En ciertos momentos estalla el hartazgo, ciertas fotos conducen al arrepentimiento y hay miradas que reclaman y claman por una pizca de valentía, de esa que escacea en estos días, de esa que vos y yo nunca tuvimos ni tendremos.
Todo el tiempo estoy en la búsqueda de algo que no se ni qué es ni qué forma tiene. Tanto busco que no encuentro nada, que ya no me ilusiono.
Tanto anhelo que ya no siento y me duele el cuello de mirar hacia atrás.
No me surgen palabras inteligentes para decir lo que siento. Porque no siento nada.
Escribo un párrafo, lo leo y después borro todo.
Pero hoy no hay borrón, y las cuentas se asumen, cueste lo que cueste.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Alienación Emocional*

Si tomamos el término "alienación" en el sentido económico-marxista de la palabra, donde el obrero es absorbido por el burgués explotador, y buscamos aplicarlo al campo de lo emocional, podríamos pensar en un corazón que es asbsorbido por otro. Ahora, si nos enfocamos en otro sentido de la palabra "alienación", en su connotación intuitiva (en mi caso igualmente ligada a la doctrina marxista), ésta resulta defintivamente negativa. Llevado al campo semántico de las emociones, es posible traducirlo de la siguiente manera: depresión.
Es por todo lo asburdamente comentado en las anteriores líneas que es preciso liberarse, bailar cuando nos despertamos y reír cuando nos acostamos. Así entonces, a través de estos vulgares actos, será posible la disolución de las cadenas que se enrrollan en el corazón.
Porque cada uno tiene la llave de su propio candado.

* otra persona dixit

sábado, 11 de octubre de 2008

Éramos, "somos", ¿seremos?

Érase una vez un ayer, distanciado física y emocionalmente de este hoy, día en el que escribo. Porque si bien nunca fuimos las partes de un rompecabezas perfecto, sabíamos cómo hacer que el marco cuadrara para que todos pudiéramos entrar en él. Pero como un globo al cual ya no le cabe más aire, esa vida se reventó y aquellos días quedaron del otro lado de un puente.
Eso es lo que nosotros compartimos en este presente real: un puente que sólo se dirige al pasado, a caso lo único que nos mantiene "unidos" entre comillas. Tristes, las comillas.
Y tristes no por el hecho del cambio en los vínculos, cuya evolución (o involución) es inevitable y natural, sino porque en cada encuentro actual, percibo en nuestra atmósfera del pasado un presente contaminante que nadie se anima a poner en palabras, que preferimos no respirar con la boca abierta, a no ser que sea a solas o con nuestras piezas del rompecabezas más cercanas, esas que verdaderamente cuadran de manera perfecta.
Tirar el puente abajo y elegir.
No somos fantasmas. Somos hoy, día en el que escribo, y podríamos ser mañana, o no.

martes, 23 de septiembre de 2008

Elige tu propio freno

Amoxicilina encapsulada sobre mi lengua y así comienza mi martes de hoy, mi hoy de martes; repite la toma cada doce horas.
La primavera se parece más a ella misma. Yo no entiendo si es porque terminó de asumirse o porque se cansaron con el invierno de tener un romance que provoque temperaturas tan adversas en una misma cama y entonces, una noche, decidieron separarse. Algo similar a cuando las personas deciden decirse "chau" porque se hacen bien y se hacen mal. El juego de poner en una balanza números de un lado y palabras del otro, que tarde o temprano deja de funcionar, que nunca funcionó.
Pero, básicamente, la primavera es primavera y el sonido que escucho al levantarme sigue siendo el de los agraciados frenos no aceitados del 92 o del 128, una verdadera sinfonía de motores. Entonces, ¿qué cambia la primavera? Muchas cosas, pero los frenos seguro que no. Ni los frenos de los colectivos ni los frenos de mano que algunas personas te expresan en un colectivo un viernes por la noche.
Y mi guitarra se desnuda en primavera, amoxicilina encapsulada sobre mi lengua.

martes, 16 de septiembre de 2008

El piano muerto

En el living ese piano no deja de llorar, componiendo notas de lágrimas que en tu cara brotarán. Caminás miedosamente, te acercás, como con verguenza pidiendo perdón por abandonar a ese ser tan especial. Y luego de una reverencia, (que ni el aire percibe), tomás valor y sentada lo enfrentás, lo mirás, deseando que tus manos recuerden cómo era hacerlo sonar. Pero tus dedos tiemblan, pues al tocar ese piano al pasado también tocás, te paseás por todas las alturas y las escalas, tantas alteraciones al mirar atrás.
Los bemoles y los sostenidos de tu vida, hicieron que hoy estés donde estás. Paralizada, tratando de recordar esa música, que de tanta felicidad hoy lágrimas hará brotar, por ese silencio que no podés parar de escuchar.

sábado, 13 de septiembre de 2008

De sentimientos muy cuidados

Me pregunto si detrás de tu camisa se desabrocharán alguna vez esos sentimientos tan cuidados.
El horizonte recibe tu mirada y se baña de la nostalgia que contagia tu andar. En un costado yo intento desatar los nudos que van dejando tus palabras, intento que escuches lo que no te digo, que sientas lo que no te puedo explicar.
Quiero encontrarte en cualquier lugar de casualidad para que nos enteremos que existe la causalidad.
Almas hundidas en la penumbra de una pasión que pronto falleció, siguen muriendo día a día por un rayo de amor.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Ojos

Ella no se parece a mí, yo no me parezco a ella. No se si este punto es importante ni se si a ella le importa lo que importe o deje de importar.
Ella se para de forma desinteresada y cuando está acá, no se si no está un poco más allá, escondida bajo el manto de una charla que aparenta interesar.
Tampoco estoy segura si sus manos podrían llevarme a pasear, por superficies desconocidas en las que la respiración se corta al pasar.
Por momomentos la curiosidad me mata y quiero todo eso contestar. Aunque no dependa de mí, aunque ella no se vaya a enterar. Aunque la única forma de averiguarlo sea jugarme la boca y mirarla sin pensar.
Yo no se si me voy a animar, pero cómo ríe la vida si tus ojos negros me quieren mirar*.

* esa frase es de algo que no se qué és, pero és.

martes, 2 de septiembre de 2008

Palabras arrancadas

En este presente a color, a veces, te percibo en blanco y negro. Tiro del hilo del pasado y ante tal asfixia, me pregunto cuándo se cortará toda esta tensión.
Quiero que ese par de ojos nuevos me vuelvan a besar.
Quiero vivir en el presente y no en el país del nunca jamás, que es lo que al final vos siempre me das.

lunes, 18 de agosto de 2008

La idea

Algo cambió ayer. Por primera vez sentí en la piel la idea de tu ausencia, percibí la desesperación en los demás y lloré las lágrimas de quienes me rodeaban por no ser capaz de permitirme la expresión.
Porque te caíste y no te pude agarrar. Porque minutos más tarde no te podía mirar a los ojos ni decirle a mamá que todo iba a salir bien. En cambio, me senté en un sillón a mirar el piso, a mirar mi propio ombligo, sin pronunciar palabra, sin levantar la cabeza.
Algo había hecho cortocircuito en mi interior, por primera vez sentí en la piel la idea de tu ausencia.
Mi primer comentario fue una crítica de tinte político, respecto a la organización de la salud y las obras sociales, del precio que uno paga para tener que esperar una ambulancia media hora cuando la necesita. Yo, criticando políticas, en vez de sentarme a tu lado y darte la mano.
¿Qué (me) pasó en estos veinte años? ¿De qué material me re-construí, que recién fui capaz de desahogarme al cerrar la puerta de casa, en soledad, entre canciones y cigarrillos?
La piedra más débil.
Mañana espero acordarme de cómo sentir.

viernes, 15 de agosto de 2008

(Somos) lo que somos

Somos la causa perdida que más me hace ganar.
Sos la persona con quien no puedo pensarme para la próxima semana, porque no se qué sera de nuestra diplomacia, pero también sos esa con quien me imagino toda la vida.
Somos el silencio más cobarde que se remata con declaraciones salvajes por debajo de las palabras.
Pero somos la causa perdida, permanecemos calladas y la semana que viene no se dónde vas a estar.
Brindemos.

lunes, 4 de agosto de 2008

Luna vos

En la noche, porque es ahí donde habita la Luna, sin disfraz.
Siempre una música diferente, la Luna, canción del Universo.
Punto de encuentro de los enamorados, o de quienes juegan al amor.
Testigo no consicente de promesas que se van al cielo más rápido de lo que juraban.
Puente entre aquellos que están lejos y quieren acercarse, sin ahorrar lágrimas.
La noche, la Luna, la ventana y vos, como una obra de arte retratada en mi retina.
Pero cuántas caras, cuántos lados, ¿Cuántas vueltas le hemos dado?
Para llegar a entender que bajo su realidad, cualquier magia es posible.
Que la Luna y vos, son mi mayor eclipse.

viernes, 1 de agosto de 2008

Grietas

No tengo dudas, Vos no sos mi determinante de ser o no ser. Si en algún momento parecí insinuarlo y te incomodé, me disculpo. Pero estos son días en los que intento llenar huecos. Si bien soy consciente de que ciertas cuestiones arraigadas no van a solcuionarse de ese modo, éste sirve, en parte, para generar un desplazamiento de quien queremos desplazar, aunque lo único que finalmente se desplace sea nuestro ser a su alrededor. Fuiste mi sol, fuiste mi luna, pero ya no quiero girar más, lo tenemos que entender, porque tenemos que dejar de jugar a las escondidas, a la mancha, a que no crecimos, a que no cambiamos. No voy a negar que a veces se me agrieta el corazón sintiendo que siempre te voy a querer y que nunca más te voy a tener en mi cama. No voy a negar que ese sábado, noches atrás, temblé contra tu figura, como una Luna en el agua*. Pero el camino con vos es siempre intermitente y hoy tengo ganas de pisar firme. Aunque camine por senderos no determinantes, cuya marca se refleje de forma más superficial. Aunque cuando me vaya por esa cuadra mire hacia atrás. Me voy volando a otros planetas, que no por tener corta duración y explotar son poco intensos, en mi mundo interior.

*Julito Cortazar

Listos, preparados, Agosto!

Hoy a las 8.45 de la mañana entré en la ducha y mi cuerpo no reaccionaba. A las 9 tenía que estar en la librería, pero sabiendo que eso no sería evidentemente posible, a mi mente tampoco le interesó reaccionar. Hoy a las 8.45 de la mañana sólo pensaba en escritura. Salí de la ducha, eran las 9. Me puse los pantalones, una musculosa negra y una camperita rayada roja y blanca. Fui a la cocina y tomé un café (quemado) con leche, sin tiempo para untar galletitas de salvado. Únicamente restaba lavarme los dientes y mientras entraba al baño le dije a Lola que tenía que salir de mi cama, que yo me iba. Me miró, como quien no quiere ser desterrado de su hábitat. 9.15 me puse los auriculares, agarré una moneda y me colgué el morral. Ahora Lola me miraba desde el sillón como quie no quiere ser abandonado, con ojos de perro que és. Me fui. Bajé las escaleras y me acordé del entrenamiento del día anterior. Salí a la calle y recordé que me había puesto musculosa. El cielo estaba nublado, pero se que el Sol le tenía ganas.
9.20 llegó el colectivo, en el cual me dediqué a mirar por la ventana y pensar en algunas construcciones del lenguaje que tenía estancadas en la garganta y me tragaba desde mediados del mes. Decidí que tenía que hablar.
9.45 llegué a la librería. Fiché y, casi sorprendida, me di cuenta que Agosto había comenzado. Entonces tal vez simplemente debía terminar de digerir aquellas construcciones del lenguaje, porque había llegado 45 minutos tarde y probablemente ya era tarde también para otras cosas.Callarme, como nuca en mi vida lo hice, por el bien de un mal menor.
A trabajar, he dicho.

martes, 29 de julio de 2008

Despertate

Mirando el techo de tu habitación, como si fuera una pantalla de cine a través de la cual ves reflejados los sueños que acumulaste en dos décadas, te preguntás si a caso todo lo que hacemos en esta vida es por amor. Te hundís en el colchón por el vértigo que significa, para alguien cuyo corazón tiembla con cierta facilidad, imaginarse la respuesta. Tu respuesta. Tu modo de vivir el amor, que no tiene bibliografía ni seminarios que lo enseñen, sino corazones que transitan por el mundo, algunos rotos, otros enteros, acobardados para siempre o jamás silenciados.
¿Y cómo es tu corazón? Cuántas reconstrucciones de lo que fue y se murió, cuántas palpitaciones por minuto ante Su intimidación, cuánta humillación y cuánto orgullo hay en tu corazón.
Apagás la luz y el techo de tu cuarto se vuelve ahora un cielo en tempestad, luchás entre olas de sombras para llegar a divisar quién espera en la otra orilla. ¿Alguien (te) espera, en la otra orilla?
¿El amor espera? ¿En invierno también? Te hundís, otra vez.
Cuando querés salir a la superficie y gritar, lo único que sabés hacer es hundirte en esos pensamientos superfluos que no te sacan del perímetro de tu cama y arraigan dudas.
Te hundís en tu colchón de dubitaciones, y es muy cómdo, pero de nada sirve.

lunes, 28 de julio de 2008

Curvas nuevas

Ayer no hubo siesta, pero mis pensamientos nocturnos se encargaron de no permitirme conciliar el sueño tan fácilmente. Daba vueltas a la par de mi tímida imaginación que no paraba de viajar por sus manos y sus ojos, por sus palabras que caían a través de mi estómago por un tobogán que terminaba, casi lastimosamente, en la miedosa sonrisa con la que probablemente me dormí. Ayer mis ojos parecían comenzar a abandonar su involuntaria función de llorar por quien nunca entendió mis palabras; mis ojos, ahora, buscaban la apertura ideal para contemplar un camino de curvas nuevas. Me arrastran, las curvas, tan linda, ella. Y que sea lo que sea*.

*J. Drexler

miércoles, 23 de julio de 2008

La pasión que no se vende

Llegué puntual al primer entrenamiento y un poco nerviosa, no estaba segura de la recuperación de mi lesión y temía volver a lastimarme. Mis compañeras me informan que era época de pretemporada: correr, correr y correr, hasta alcanzar a los autos que ves pasar por la autopista. Pero nada podía impedir que mi adrenalina se siguiera potenciando en cada paso hacia el campo de deportes ni borrar la sonrisa de mi cara. Volvía a jugar, ¡después de dos meses!
Al principio el preparador decretó 20 minutos de trote, hice 12, y luego corridas intermitentes hasta completar los 20, (los dos meses de inactividad no vinieron solos). Luego dos ejercicios, físicos también, que el profesor adaptó en mi caso para no forzar la zona recuperada de mi pierna. Finalmente, elongar, tomar agua, ¡y a jugar! Los pocos minutos que nos quedaban, corriendo detrás de la pelota, eso que tanto nos gusta.
Para concluir la noche, parada cantada: luego de cambiarnos, cerveza (y/o coca cola) en el bar de ciudad. Muy acorde al espíritu futbolístico, claro, la cerveza.

:)

sábado, 19 de julio de 2008

Paréntesis

Esa puerta sigue abierta, sabemos bien que simplemente la entornamos, hicimos sombra.
Verano en invierno, mis ojos en tu andar, estos días definitivamente rompen con la rutina.
Estos días fracturan la normal disposición del tiempo, hacen renacer al pasado, lo (des)acomodan en el presente, lo sangran un poquito, lo ríen otro tanto, respiran tanto (des)amor.
Regalar una rosa, la primera, tres años atrás. Pero mi vida está plagada de paréntesis y a veces sospecho que aquella flor también lo fue.
Son estas fechas que tienen el perfume de otra época,
es verano en invierno,
son mis ojos en tu andar.

sábado, 12 de julio de 2008

Recordando: Alma ausente

Dos días atrás encontré una caja de objetos que nunca volví a poner en su lugar cuando remodelé mi cuarto. Entre esos objetos había una carpeta con una etiqueta que rezaba "poesía y prosa de Mariana". Me reí, la abrí y vi muchísimas hojas escritas por mí cuando tenía 14 y 15 años. Sonreí. Entre tantas, una me llamó la atención, porque contiene una frase que le había gustado mucho a una amiga en su época de lectora oficial de mis textos recién salidos del horno. Así que paso a compartir, "Alma ausente":

Sus ojos se encienden, sus ojos están
mirando la neblina que no le permite respirar.
Se muerde el labio, pensando en dudar,
dudar o seguir viajando en ese eterno espiral.
No hay prisas hoy en el mundo,
sólo es urgente amar.
Sus manos saben al tacto de las sábanas en soledad,
su risa perdió sonrisa, cuando ríe parece llorar.
Cada vez que camina parece ir dejando su alma un poco atrás.
No hay certezas hoy en el mundo,
sólo es preciso amar.
Su voz llena cualquier espacio, incluso estando en silencio,
porque el cuerpo de su alma ausente aún vive en mi inconsciente.

martes, 8 de julio de 2008

Tatuaje nº 2

Tatuarse.
Un proceso, un sentido personal de lo estético, un ritual. Tatuarse es marcarse.
Los tatuajes saben de significados más allá de la imagen, y nosotros, quienes los llevamos, vivimos esa concepción a flor de piel.
Los tatuajes le otorgan a nuestro extinguible ser la ilusión de portar una característica con fama de eterna, la ilusión de que nuestras marcas permanezcan, de permanecer en nuestras marcas.
Tatuarse causa dolor, te lastima la piel. Puede llegar a ser a caso la materialización más física de la idea que sostiene que para conseguir lo que queremos, a veces tenemos que sufrir.
A veces me pregunto si mis tatuajes encierran períodos de angustia que finalmente vieron la luz.
A veces me pregunto si cuando tenga cuarenta años voy a seguir tan feliz con mis tatuajes.
El hecho está, en caso de que ya no me gusten, en poder asumirlo. En poder entender que a veces lo que queremos no es capaz de hacernos tan feliz como soñamos.

viernes, 4 de julio de 2008

Exit

Si pudiéramos reparar nuestras confusiones y dolencias simplemente a través de la lectura de los genios de la filosofía, tal vez todo sería más fácil. Pero yo no puedo, y además, no me gustan las cosas fáciles.

No quiero tener que trasladarme afuera de la sociedad para poder aprehenderla y superarla.

No quiero, valga la conocida expresión, tener que matarme tantas veces para poder ser yo. Porque yo ya soy, yo siempre fui. Lo único que quiero es poder seguir siendo.

Soy. Ser.

Filosofía filosa.

No se puede vivir escapando por la salida de emergencia. Tengo que aprenderlo.

jueves, 3 de julio de 2008

Divino

Me paro en la esquina de uruguay y el obelisco se nubla. La vida terrenal en la avenida Corrientes se torna por momentos una continuación del cielo, aunque por cierto una muy poco celestial.
La avenida Corrientes se vuelve una cita visual que (me) cuesta tolerar.
Es que a veces no tolero ni a mi propia persona de pies a cabeza, de pensamiento a sentimiento y viceversa.
Quisiera despertarme en mi cama pensando en ese chico que es tan divino y no en esas curvas sinuosas que me encaminan directo al precipicio.
Pero querer ver lo que no és cuadra mejor con esa trama ficcional (por suerte) añejada, y al rato me encuentro viajando otra vez por donde más me gusta, directo al precipicio.

lunes, 30 de junio de 2008

3/4

Creo que mi descubrimiento del amor tuvo que ver con una cuestión de ritmo, con un cambio en el compás de los besos. Fue en un sillón, donde me realicé que empezábamos a besarnos más despacio de lo habitual.
La nostalgia es un sentimiento recurrente en quien escribe.
Pero ya no espero a nadie.

Tal vez mañana.

miércoles, 25 de junio de 2008

Hasta el final

¿Y qué pasa si mi vida está en una caja, eh? Una caja que no puede ser abierta, nunca más.
Mi cuerpo, enrrollado en la cama, vigila de reojo la caja y la vida.
Me paro. Veo mi sombra en la pared. Extiendo el brazo.
Agarro la caja y la vida. Me tiro en la cama, otra vez.
La tengo entre mis manos, la abrazo, la aprieto contra mi pecho y cierro los ojos.
Lloro.
Sigo llorando. La situación me angustia pero se que voy a llegar hasta el final.
La habitación se innunda de canciones que forman parte de la caja. Entonces decido sentarme y abrirla.
Siento el contenido, como las palabras de una novela, como el guión de una película, todo estaba ahí. Pero al mismo tiempo no estaba.
Me atrevo a tomar algunos papeles con mis manos y leerlos y es como limpiar con un trapo sucio alguna herida abierta: duele.

Pero se que voy a llegar hasta el final.

Leo una última frase, escrita en un anotador:

"Esto es amor, quien lo probó lo sabe"

Hasta el final.

martes, 24 de junio de 2008

Junio melódico

Deberías verme
Cuando te miro
(Deberías Ver)

Es preciso lo sepas: Entre mis dedos,
con la delicadeza y seriedad
que yo dedico a mi guitarra

Serías una y otra vez tratada
por la vida que irradia
tu silueta musicalizada.

Y luego, cual piano
haciendo escala, nota a nota
Gota a gota

En este amor.

Y si tu cuerpo es canción
que me se de memoria,
cantarte y recordarte

Que como tu melodía
Nunca existió

Ninguna otra

En este amor.

viernes, 20 de junio de 2008

Dolor de cabeza

La ingenuidad te sirvió para creertelá por unos días.
Te mirabas en el espejo que te devolvía esa sonrisa imborrable y no importaba nada más.
Luego comprenderías que eras la representación de la negación en estado puro.
Ingenua, tan ingenua. (Mas nunca inocente, siempre culpable).
Ibas en el colectivo, temprano en la mañana. Alguna canción de esas que cobran vida estarías oyendo, cuando frunciste el ceño. No terminó ahí, porque sentías cómo la mandibula se comprímía casi involuntariamente, la mirada se te perdía y en la nariz sentías esas cosquillas que no son las de la felicidad y las del juego, no, claro que no.
Estabas conteniendo las lágrimas.
"Es temprano para llorar", pensaste.
Y era tarde para los arrepentimientos de los que estaba hecha tu vida. No cualquier clase de arrepentimientos, sino los peores. Los arrepentimientos del "no haber hecho", del "no haber dicho" cuando había que hacer y había que decir.
Supongo que más tarde habrás llorado. No pudiste resistirte a pensar en su boca. Dulce dolor, dulce. Pero enseguida su boca estaba en otra boca, en otra. El dolor era sólo dolor.
El pánico te ataca.
No sos capaz de soportar otra vez el mismo dolor de cabeza.

jueves, 19 de junio de 2008

Entre cuatro ruedas

Será porque nos odiamos, será porque somos enfermas.
Nosotras, que nos queremos tanto.
Una charla entre cuatro ruedas, ¿una charla que nos debíamos?
Quién sabe, varias veces tuve ya esa sensación, del deber, en nuestras conversaciones.
Disipé tus inquietudes. Hice preguntas.
Pedí perdón.
Te lavé la cara. Te di la mano.
(No me quería soltar)
(No te quería soltar)
Pero había que irse. Me tenía que ir.
Un abrazo de esos que me quedan para el recuerdo, con la ayuda de alguna cucharita.
Y me fui (con la cabeza) a mil por hora, pensando y pensando.
Pensando, entre otras cosas, que papá y mamá siempre están.

No matter what...

viernes, 13 de junio de 2008

Reencuentro(s)

Entonces respiro hondo y al día siguiente te repito la pregunta.
A las pocas horas me tomo la misma línea de colectivo que estaba de moda hace unos días, pero la que va en dirección opuesta.
Toda una ironía.
Las reglas de juego de la vida en su máxima expresion a la vez racional y a la vez misteriosa.
Te esperé lo que dura un texto en desenmascarar a Mitre, con mis debidas pautas de ojo de linze analizando las cualidades argumentativas del autor, (que ya no recuerdo quién era) y lo que dura el discurso de un profesor ante una universidad de algún país de Europa del Este cuando cayó el muro.
Bastante, sí, te esperé bastante.
Llegaste y casi en forma de súplica pedí un baño urgente, me estaba meando. Así que al baño fuimos. Todo era tan raro y al mismo tiempo, todo era tan normal... tan siempre.
Me mostraste la biblioteca, me convenciste de dejar las mochilas a la sombra de dos desconocidos con los cuales "no pasa nada, de verdad, tranquila" y así, más cómodas sin el peso del cargamento intelectual, seguimos recorriendo la facultad y conocí tus aulas.
De tres ofertas elegimos café en el comedor. Café con leche con medialunas.
Te pregunté a qué hora entrabas a clase. Me dijiste que a las 19 y las 19 marcaban el reloj.
Me invitaste a quedarme.
Y pensar que el año pasado juré no volver a presenciar una clase de química jamás en mi vida.
Terminó la clase y fuimos al baño. (Ahora éramos tres). Y mientras que la número tres orinaba, (te) solté un poco de información.

Sí, lo había hecho.

Salimos y nos tomamos la misma línea de colectivo que estaba de moda hace unos días, la que va en la misma dirección de hace unos días, pero el recorrido terminó para mí donde antes solía empezar.

Terminó lo que empezaba.
Empezó lo terminado.

Aunque todavía no termino de entender por qué quiero dormir tres días seguidos.

Es una buena pregunta, Mariana.

jueves, 12 de junio de 2008

Florecido en graffitis


Llegué al patio hecho de puños que gritan a través de las paredes. Y paradójicamente, parada ante la estructura con más vida en años de todo mi colegio, mi ser absorvía un sabor a muerte proveniente de los rincones. Era como si la vida no encajara con la vida misma. Mi colegio medio muerto.
Recorrí el sin techo, metro a metro, leyendo los llantos que las manos habían plasmado en las hojas de la vida, y comprendiendo que algunos nunca abandonarían la contestación inteligente, suspiré un poco más tranquila. Mi colegio florecido en graffitis.
En el pasillo que me condujo hasta el espacio abierto, leí a un Cortazar de colores que enseñaba: "los graffitis no ensucian las paredes del mundo, liberan las mentes" (o algo así, no la pude retener exactamente).
En una de las paredes del patio, y éste fue el que más frío me causó, descansaba el siguiente verso: "Las habladurías del mundo no pueden atraparnos". Luis Alberto Spinetta, Pescado Rabioso. No cualquier verso, sino uno que le canté incansables veces a mi amor por entonces clandestino.
Mi colegio medio muerto florecido en graffitis no podía estar muerto, no podía. Aún así, esa fue la sensación que me quedó cuando, (después de recorrer pasillos buscando profesores que nunca encontré), salí por la puerta principal y me fui a la parada del 111, como en las viejas épocas.
Como todo lo que recién nace y florece, la sangre no tarda en hacerse notar.
Confío, como dijo el flaco spinetta una vez, que "mañana, es mejor". Y lo será, en parte, gracias a esos graffitis. Mi colegio nunca muerto, nunca.
Siempre, siempre vivo.

No soñarás

Últimamente sueño mucho con aquellas situaciones del día que quedan inconclusas.
Completo conversaciones que en vez de punto final, se estancaron en un signo vulgarmente interrogante. (Porque todos sabíamos la respuesta, vos y yo también).
Hago nacer diálogos que se morían por ver la luz (de la Luna), pero se fueron en aquella parada con el humo del caño de escape del colectivo, y vos, porsupuesto, te fuiste arriba de él.
Invento besos, que no fueron ni serán, que sólo fueron roce, que siempre lo serán.
Me castigo imaginando a una silueta que me insulta, me desarma, me degenera, me compara con lo más bajo de las formas de ser. (Aunque lo de "bajo" sea en las metáforas una arbitrareidad semiológica, aunque no tenga derecho, aunque nadie pueda decidir quién lo tiene, quién no).
Y vaya uno a saber dónde estará la imaginación, que hacía de mis noches durmientes un paraíso (o infierno) imprevisibles, a las que me entregaba completamente sin balbucear tratos ni excepciones.
La realidad me invade a través de los poros de mi piel, a través de los senderos del inconsciente. La realidad que no fue. La realidad que descansa en ese guiño de imaginación por mis noches.
Es realidad porque yo así la hubiera hecho, si no fuera por...

Quiero hacerla.

martes, 10 de junio de 2008

Plan de Salud del Hospital Italiano

Saben las orejas de mis allegados a cerca de las cientos de críticas que puedo llegar a hacer a la atención administrativa y médica del Hospital Italiano en una simple consulta: el tiempo que tardan en atenderte, el tiempo que tardan en hacerte el estudio que te indicó quien te atendió, el tiempo que tardan en darte un turno para que otro médico vea el estudio y finalmente te diagnostique el problema en cuestión y acto seguido, ordene el tratamiento. Es cierto, a simple lectura aparentan ser éstos los pasos regulares de cualquier inquietud hospitalaria, pero como ya remarqué, una se puede pasar entre uno, dos y tres meses girando de un lado a otro y no estamos refiriéndonos a la salud pública, sino a varios cientos de pesos sacados del bolsillo por mes para ser depositados en la cuota de la obra social.
Justamente en estos días me encuentro llevando a cabo la consulta por un desgarro de isquiotibal derecho. Lógicamente, una vez producida la lesión, me dirigí a la guardia donde (luego de dos horas) me atendió una (muy simpática) traumatóloga, quien me ordenó el uso de una muslera, diez sesiones de kinesiología y una ecografía para obtener más detalles en cuanto al tiempo que debería estar sin jugar al futbol, etc. (Diez días después) fui a realizarme la ecografía que la traumatóloga simpática me había pedido. Ingresé por la calle potosí (como me habían indicado hacer días atrás por la urgencia) y me dirigí a la misma sala donde aquella vez saqué el turno para la eco, en cuya puerta se podía leer claramente la inscripción "diagnóstico por imagen, ecografías, etc". Hago mi ingreso triunfal y refunfuñando me acerco a la máquina expendedora de númeritos, porque, claro, había que anunciarse, y para eso había que sacar el número y esperar aproximadamente media hora, sin importar que una tuviera el turno para tal hora. Había llegado puntual, me aplauidía a mi misma por dentro, "¡bien, Marian!", pensaba, mientras me disponía a agarrar un libro de mi mochila y de esta forma, hacer de una odiosa espera un grandioso momento de lectura apasionada. Sesenta y cinco, ese era mi número. Observé el tablero electrónico situado en la pared, arriba de las cabezas de las secretarias, marcaba el cuarenta y dos. Me relajé, respiré profundo y comenzé mi lectura. Cuando volví a levantar la cabeza, en el tablero ya evolucionado podía leerse "sesenta y cuatro". Me alegré, primero por lo bello de mi libro y segundo porque ya me tocaría pasar al consultorio. Me dispuse a guardar la novela para prepararme y tomar la orden de la traumatóloga simpática. Por esas cosas de la vida se me ocurre leerla. Horario: 16.15 hs, correcto. Dirección: (con resaltador) GASCÓN 450. Creí que me ponía a llorar ahí mismo. Sin pensarlo tomé mis cosas y salí corriendo, no sin hacer los pertinentes ruidos de quien sale exaltado de un sitio lleno de sillas y de quien se lleva por delante la puerta del ascensor hermético. Salí a potosí, corrí hasta gascón, corrí hasta el 450, se trataba de la entrada principal del hospital. Ingresé, respiración entrecortada mediante, le pregunto a la señorita de orientación dónde quedaba ecografía... Me da entonces las coordenadas: pasillo del medio, hasta el final, girás a tu izquierda, caminás nuevamente hasta el final de ese pasillo, a la derecha estaría la sala. Vuelvo a correr, disimuladamente, pues no quería yo alterar demasiado el equilibrio natural del hospital. Puedo imaginar mi frente fruncida, mi boca tensa, mis pasos firmes. Llego a destino. Alcanzo a oír a un señor que le dice al otro "hay que sacar número". Insulto directamente a los parientes del hospital (sí, estaba alterada, no pensaba con racionalidad) pensando que ¡en todos los putos lugares hay que sacar un puto número y la puta madre que lo parió! Entonces voy y saco el número, casi en forma agresiva casi trompeando a la máquina expendedora y me siento en una puta silla. Miro al frente. Deja vu, pensé, justo ahora. Pero el deja vu se prolongaba más de lo normal y en un segundo comprendo que no sólo las secretarias eran las mismas de potosí, sino que la gente a mi alrededor era la misma que había estado esperando conmigo, también en potosí.
Lenta y pausadamente comenzé a reír. Cada vez más tentada.
Volví a sacar la novela, esta vez para hacer de cuenta que me reía de lo que estaba leyendo.

Estaba en el mismo lugar que minutos atrás creí equívoco.

Me equivoqué de equivocación.

lunes, 9 de junio de 2008

Semiología en carne viva

No se crean que pasé por alto la (obvia) analogía.
No lo crean ni por un segundo, pues yo misma la he mentalizado, la he pronunciado, la he sabido por semiología y también por sentimiento. Yo misma me he preguntado si debo responder al significado o al significante; he tratado de reencausar el recorrido de los besos extraviados a través de la teoría como guía, aunque supiera de la luz clara que proyectaban esos ojos (y sólo esos) al abrirse cada mañana. Pero he tratado, porque sabido es que esa luz clara no siempre responde exactamente a su aspecto positivo de claridad, y enceguece más de lo creído.
Mas sospecho que sos mi enfermedad reincidente. Acto seguido sospecho que no me interesa prevenir(te), y es éste un devenir tan cruel como desayunarse uno que su terapeuta votó a Mauricio, sabiendo que ahí estaremos, firmes en la siguiente sesión.
Ahí estaré.

Acá estoy.
Mirando una foto del lugar desde donde te escribí, desde donde te viví, desde donde te extrañé.



sábado, 7 de junio de 2008

3º 6

Mi hermano me advierte: "si vas, no volvés a entrar". Abre la puerta y mientras camino hacia el ascensor me río y le agradezco por obligarme a enfretar mis impulsos. Como para cerrar el tema en cuestión, él agrega: "no podés correr cada vez que...", "ya sé, ya sé", me adelanté. Basta. Subimos hasta el tercero. Su casa. Mi casa.
Me siento en la cocina y mientras mi hermano y su hermana mantienen un diálogo a cerca de dónde se habrían escondido las llaves de su madre, yo no puedo más que preguntarme qué era lo que quería ir a buscar a esa parada, qué era lo que quería encontrar, qué me hubiera encontrado, si no fuera por Él.
La sonrisa me delata y una vez acabado el tema de las llaves mi hermano se percata y comienza a mirarme mal. Nos vamos a la habitación.
Mientras preparamos mi colchón charlamos: que no es mi culpa, que son cosas que pasan, pero que tengo serios problemas mentales. Reímos. (¿Por no llorar? si tantas veces...)
Ya acostados él pasa a ser el protagonista de los conflictos y yo escucho sus inquietudes; entre sueño y realidad le pregunto, lo aconsejo, le digo hasta mañana.
Pero no me dormí rápido esta vez.
No podía más que preguntarme qué realidad estaba soñando, para ahora sí llorar, y decirte hasta mañana, sea donde sea que estuvieras.

jueves, 5 de junio de 2008

Traición, hipócrita

Pero vos sos el ejemplo de la honestidad y la moral adheridas a venas y arterias.
Imperdonable traición yo cometí, contrariando principios que flameamos desde antaño.
Tal vez sean, estos principios, las últimas herramientas de los seres humanos para dejar un nudito sobre aquello que acordaron desatar; ego-centrismo, posesión infinita dentro de un marco histórico de personajes, pero infinita al fin; la forma que encontramos para no dejar totalmente de lado al ello: envasarlo dentro del correcto super yo, reglas, racionalidad; id, ego, superego.
Tal vez sea momento de asumir que ciertas cicatrices allí se quedan, grabadas, a-históricas y necesitamos justificarlas de vez en cuando, de amor en pena, de ego en puerta.
Desde ya, soy un ser humano, y forman parte de mí tales recursos ya descriptos, las reglas, porque especialmente siento las cicatrices.
Pero vos, vos sos el ejemplo de la honestidad y la moral adheridas a venas y arterias.
Tu nudito dio resultado. Sufro los ecos de destrucción de aquello que juré destruír, pero no se destruyó del todo.

sábado, 24 de mayo de 2008

De uno que murió y no lo supo ver

Tardé en llegar porque ya no cruzo mal. Ahora cruzo bien, ¿entendés? No se cómo explicarte, pero te genera una especie de sensación estoica, ¿entendés? Estás parado en la esquina, y tenés al hombrecito rojo entre ceja y ceja, sólo lo mirás a él, mientras notás cómo te pasan por lado y lado los ríos de gente acelerada por el ritmo de la city. Se desesperan por llegar a la otra vereda cincuenta segundos antes de lo estimado por la frecuencia del semáforo para volver a hacer lo mismo en la siguiente esquina y así sucesivamente hasta llegar a destino. ¡Tómense un respiro, che!
Así está Buenos Aires, ¿entendés?
Lo que no puedo largar es el pucho. Placer maldito, como todo placer. De algo nos tenemos que morir igual, ¿no? ¿Vos qué pensás? Digo, entiendo que mi razonamiento no es para nada inteligente, pero, vos sabés, ya no soy el mismo. Hace rato que leer a Cortazar me da miedo y dejé a mi terapeuta porque era demasiado sincera conmigo. Las hojas de otoño ya no baila con el viento, simplemente se vuelan. Así está Buenos Aires. ¿Lo vés? Es como si ni siquiera las nubes estuvieran en paz. Esta ciudad y no sólo ella, el mundo también, resbalan por un tobogán, segundo a segundo. Pero, para qué alertarte, tal vez se trate únicamente de Mi mundo, si yo estoy tan cambiado. ¡Hace tanto que no puedo amar! ¿Vos amás a alguien? Era tan lindo poder. Ya ni me acuerdo cuándo fue que me prohibí terminantemente volver a amar a una mujer. Vos que sabés, ¿se sigue amando en Buenos Aires? ¿Sí? Qué bien, qué bien, che.
¿No te parece gracioso? Antes yo me dedicaba a resbalar por el tobogán y cuando me cansaba frenaba un rato. Ahora es como si viviera constantemente frenando, ¿entendés? Creo que me voy a reír.
Pero, ¿por qué llorás? ¡Si no estoy muerto, che! Me escucho el corazón, ¿lo escuchás? Pero, para qué mentirte, si hace unos años dejé de escuchar a mi corazón.
Creo que voy a llorar, ¿cuándo fue que me morí, che?

lunes, 5 de mayo de 2008

18 meses y 7 días

No se si me parece poco, no se si me parece mucho.
No se si les parece poco, no se si les parece mucho.
No se si te parece poco, no se si te parece mucho.
Un viernes de papel picado, de espuma. Una vuelta olímpica que marcaba cierto final, que sonreía, que lloraba, que asustaba al bajar los escalones. Todo eso es recuerdo.
Pasar por Esa cuadra y mirar El edificio no es mirar un edificio, sino observar el esqueleto de lo más profundo de la historia, mi historia. Paredes entre las cuales susurré amores y desamores.
Paredres entre las cuales conocí El amor y La amistad.
¿Pero por qué ahora?

Nostalgias.



jueves, 24 de abril de 2008

Una burbuja encantadora

Hay un mundo más allá de la general paz.
Y cada vez que paso por debajo de esa autopista el corazón me da un vuelco.
De a poco voy conociendo lugares y en ellos me (re)descubro y te descubro.
La coraza que una vez, me dijeron, había construído en torno a mi ser, se va rompiendo, como una criatura que nace del huevo.
Renacer. Eso és.
Volver a respirar (de tus labios).
Lárgarse en los primeros pasos, agarrada de tu mano.
(Y quien afirme que no tiene miedo de caerse, miente)
Aprender un campo semántico totalmente nuevo. Allá no se dice "trescientos catorce". Y cuando lo decís, es notorio que sos de la capi. Allá es "tres catorce".
No me canso de aprender.
Son dos mundos diferentes, por eso se juntaron rosario y la capital.
Pude haber creído que era una burbuja con aire acondicionado, pero me sorprendió.
Y sonrío con nuestras tardes que caminan por Corrientes, que cruzan la general paz y que se dicen hasta mañana.

martes, 15 de abril de 2008

Nosotras, las de entonces... (ya no somos las mismas)

Son ocho cuadras. Son veinticuatro horas. Pero la boca de mi estómago alerta a cerca de una distancia oceánica y unos cuantos inviernos que se reiteran sin parar.
¿Hace cuánto que nos perdimos? Mis lágrimas no son las de ayer. Ya conozco ese sabor.
Y no necesito que Sigmund me remita al pasado de mi infancia para entender por qué veinte años después, mi felicidad se convirtió en esta tristeza que no se traga en un shot.
Y no necesito salir de terapia sin entender cómo me fue.
Lo que necesito es simple, es básico y es natural: mi mamá.
No la mamá del domingo a la noche, ni la mamá del 21 de septiembre del 2006.
Ya sabemos a cuál me refiero, cuál estoy extrañando cada día un poco más.
Pero cambiamos demasiado. Nostras, las de entonces...
De todas formas ayer una chica (hermosa) me dijo que lo último que se pierde es la esperanza, y yo le creo.

Mañana es mejor*.



* luis alberto dixit

lunes, 14 de abril de 2008

Respira(me)

Sospecho que se ha creado una relación -no inversamente- proporcional entre el sentimiento y el miedo. Porque cuando me levanto o me acuesto y me doy cuenta que te quiero (un poco más que el día anterior), mi estómago se transforma en un precipicio apresurado por el cual voy cayendo. Me gusta caer.

Me gusta caer, efecto del terremoto que provocás cada vez que nos acercamos. Pocas cosas me resultan tan memorables como el momento en el que aumenta la respiración de dos personas que se quieren juntar, un poco más.

Y yo me quiero juntar con vos. Y quiero escucharte respirar cerca mío. Que fabriquemos un suspiro único entre todos.

Me duermo con tu nombre entre mis labios, tu imagen recordando, y la respiración aguardando.

jueves, 10 de abril de 2008

Contando las horas, como si fuera...

Como un rasgueo tímido que no tiene muchas ganas de ser escuchado, sino más bien de producir un ensayo hacia dentro, plasmo estas palabras casi en forma de catarsis avergonzada.
Es que ya no quiero noches con vos que no amanezcan entre besos y suspiros.
Es que me muero por saber cómo es nadar con vos en ese océano de sábanas.
Es que no tengo más ganas de esperar, y en numerosas ocasiones quiero detener el tiempo.
¿Estaré pidiendo demasiado?
(Jamás)
Y si bien aguardo ansiosa, no puedo negar que por momentos mis nervios rozan el concepto de miedo. Como si fuera...


-respiramos hondo y seguimos contando hasta diez-

lunes, 7 de abril de 2008

Sunday bloody Sunday (how long must we sing this song?)

Sólo los dictadores, los asesinos, los abusadores en todo sentido. Sólo ellos fueron, son y serán, la basura más triste y terrorífica de este mundo.
Tal vez es un intento por justificar lo que superficialmente puede parecer injustificable.
Pero a veces creo que no somos quién para juzgar.
La confrontación es totalmente sana cuando intenta construir un contexto de esperanza, pero sino, de nada sirve apuñalar corazones. Espero que eso podamos entenderlo todos, algún día.
Porque no podemos vivir sumergidos en el martirio que otros nos ocasionan, aún cuando fallamos en algo, aún cuando no cumplimos las expectativas de mamá y papá, aún cuando decepcionamos al mundo entero.
Es el mundo entero el que se decepciona a sí mismo. Ya no puedo hacerme cargo cuando me miran en la calle porque le doy un beso a la chica que me gusta, porque ya no me están juzgando a mí, sino que están condenando a cada ser humano a vivir en un lugar en el que la tristeza y la vergüenza y el sometimiento y la represión, son moneda corriente, y no conozco mayor pecado.
Yo quiero apostar a que todavía podemos cambiar.
Yo quiero apostar a que perdonar no sea divino, sino aún más humano que el error mismo.
Yo quiero pedir perdón a papá y a mamá, y a vos y quizá a otros.
Pero no puedo esperar para entender que mañana es mejor y que por el norte sale el sol.
No puedo esperar porque ya lo entendí, y me tomé el 152.

Y si mi felicidad les duele a otros, ya no puedo hacerme cargo cuando me miran en la calle. Porque después de mucho tiempo decidí sacar la bicicleta debajo del camión.

lunes, 24 de marzo de 2008

32

Por la mañana del 24 de marzo del 2008 mi panorama no era muy alentador: me levante y el hielo se me había salido durante la noche; en el transcurso del camino que me lleva hacia el baño me di cuenta que no podía pisar cómodamente y que forzar el movimiento me causaba un gran dolor. Tuve dos reacciones, luego de entrar al baño y cerrar la puerta: lanzar un gran "la puta madre" y ponerme a llorar. Faltaban menos de dos horas para la concentración a la que acudo cada año desde que tengo memoria y mi pie no se encontraba en condiciones de caminar dos metros siquiera. Salí luego de lavarme la cara, auto reprochándome el gran error de no haber ido al médico la noche anterior, cuando había tenido el pequeño accidente deportivo en cuestión. Mamá me llevó a la guardia y se fue a encontrar con una amiga de ella que hoy extraña mucho a un hombre, aunque no más que el resto de los días, sino que tal vez, en esta fecha, ese extrañamiento se siente a flor de piel. Yo me quedé en la sala de espera de la guardia, muerta toda esperanza de poder ir a la marcha, con mucha gente que iba a ser antedida antes que yo. Pasaron los minutos, pero apróximadamente cuando ya iban 25 me llamaron... radiografía, lo de siempre... Y por último, el veredicto del especialista: "no tenés nada, pero te doblaste muy fuerte, por eso tanto dolor; tenés que ponerte muchísimo hielo y tener la pierna para arriba el mayor tiempo que puedas. Por otro lado, recién podés volver a jugar dentro de 20 días".
Salí de ese maldito hospital a toda velocidad, la llamé a mamá, y no tengo idea por qué, pero el "no tengo nada" significó que estaba completamente autorizada para ir a tomarme el subte y encontrarme con ella y los demás en la concentración, aunque el dolor no disminuía, sino que aumentaba, a medida que caminaba metro tras metro. "Comprame un agua así cuando llego tomo el dolván", le dije y caminé lo más rápido que pude, no me importaba otra cosa que llegar.
Y llegué, claro que llegué, claro que no podría haber faltado para sostener esa bandera una vez más, para levantar bien alto las 30 mil fotos cuando entramos a la plaza. Claro que no iba a estar ausente en una fecha donde mi vieja necesita tanto de mi abrazo que somos capaces de dejar toda la mierda que nos está pasando de lado, para sostenernos.
Porque el 24 de marzo es una fecha tildada de memoria activa, pero en verdad yo no paso ni un día sin acordarme de esa época, aunque jamás la viví, ni paso un día sin pensar en ellos, aunque no los conocí.
Porque nunca dejo de imaginarme qué hubiera pasado si la dictadura no hubiera sido, y si mi abuelo no hubiera tenido que exiliarse en Uruguay, ni cerrar la librería, ni perder a tantos amigos que estaban en la lucha.
Por todas esas cosas que pertenecen al recuerdo y al supuesto, y por tantas otras del presente que hoy respiro y transpiro, hoy levanto mi puño una vez más, al grito de nunca más.


Sí, definitivamente hoy me acordé de vos, que probablemente estabas por ahí. Me imaginé cómo hubiera sido compartir el momento. Todavía una canción de amor. Nunca Más.

30 mil compañeros detenidos desaparecidos,
presentes.

domingo, 2 de marzo de 2008

Nunca mía

La única forma que tenía de,
era volver caminando por la avenida. Esa que caminamos una madrugada atrás en el tiempo y te nombramos al pasar, sabiendo que siempre estabas, implícita.
La única forma que tenía de,
era volver caminando muy lentamente, asegurándome de no evitar que la lluvia me limpiara la cara, aliviara la velada, y apagara un par de velas que ardían sepultadas en los huecos de mis ojos.
Porque una noche dejé mis zapatillas debajo del castillo y unas horas después logré contemplar la Luna.
Y sé lo que -para vos- significa somatizar. (Todavía me duele entender algunas cosas)
Pero el dado estaba girando y nadié apostó su amor por mí.
Casi como recompensa, cuando la princesita habló de transparencia, pude respirar.
La duda nunca mía.
Siempre de los otros.
Siempre de las otras.
Por eso pudimos retirarnos del castillo y sus alrededores.
Con todos los honores de ser quienes somos.

jueves, 21 de febrero de 2008

Esperando el eclipse

Salí de mi casa a las 23.40 hs. Según cálculos de los especialistas, 23.43 comenzaba la fase visible de este maravilloso fenómeno que el hombre ha hecho llamar Eclipse total de Luna. Mientras esperaba algún taxi vacío (pasaron apróximadamente diez ocupados) miré al cielo y la ví. Una sombra se palpitaba en el extremo inferior derecho del satélite. Como aún ningún transporte se hacía presente le envié un mensaje de texto a mi madre: "está comenzando, increíble!". Al minuto pude oír que la perciana del 1º A (sí, ahí vivo yo), se levantaba. Mamá salió al grito de "qué hay que mirar?". Con obviedad respondí "hacia la Luna, ¿tal vez?". Fue inútil, si hay algo que aprendí es que viviendo en un primer piso rodeada de edificios jamás verás ningún tipo de fenómeno del universo desde allí, claro que no.
Finalmente me subí al bendito taxi y le dije "Al planetario, por favor". El señor me preguntó, "¿al planetario?". Y respondí "sí, al planetario!". Por su expresión pude adivinar que me lo hubiera preguntado de nuevo, pero el semáforo daba verde y arrancó.
Cuando me bajé del auto observé un grupo de más o menos diez personas que se dirigían hacia los parques que rodean el planetario. Como una perfecta turista que acaba de bajarse del tren, seguí a las masas. Noté cierto desconcierto general, y acto seguido les pregunté a tres chicas si sabían dónde estaba el planetario. Ellas, tan turistas como yo, me respondieron que no podían terminar de darse cuenta hacia dónde había que caminar. ¡Era ridículo! Años y años de volver de ciudad universitaria pasando por el planetario, y ahora que un taxi me había dejado a una cuadra como mucho, no podía encontrarlo.
Finalmente, después de un par de zig zag, llegamos. (Si hubiera estado sola probablemente con mi maravilloso sentido de la ubicación todavía continuaría buscándolo, o estaría hablando con los patos del lago)
La sombra de la humanidad se proyectaba de a poco cada vez más en la Luna. Y mi fascinación crecía minuto a minuto.
Decidí acostarme, poner play en el reproductor, y observar. Si bien unas dos mil personas me rodeaban, logré sumergirme lo suficiente en mi propia esfera como para olvidarme de Todo.
Cuando la sombra llegó a la mitad del satélite, me incorporé y fui hacia una de las tres filas de personas que había, en dirección al edificio del planetario. Quería poder observar el eclipse por telescopio, pero también quería observar la Luna, ya que nunca antes lo había hecho.
Así que ahí estaba yo, dando los únicos pasos que daria en mi vida para "acercarme" a ella, en la fila del telescopio. No quise ver las caras que ponía la gente al sacar su ojo del telescopio, tenía miedo que fuera decepcionante. Así que esperé una media hora y llegó mi turno.
Me agaché y coloqué mi ojo en el extremo desde donde se visualizaba el objetivo. Wow, pensé. Probablemente eso fue lo que pensé y dije para mis adentros durante todo el momento que duró la contemplación. Wow. Ahí está ella, que tantas veces he observado, en soledad, con alguien. Ella que tantas veces me hizo llorar, pensar en alguien, o sentirme conectada con una persona por el hecho de saber que ambas la estamos mirando. Y ahí está la sombra de todos nosotros, del lugar donde vivimos.
Me aparté del telescopio y caminé para volver a recostarme en algún sitio y esperar a que el eclipse llegara a su fase máxima. Estaba feliz y sonriente.
Traté de dilucidar qué sensación me producía exactamente pensar que estaba viendo la sombra de nuestro planeta, pero todavía no lo terminé de procesar.
Mientras tanto, I'll see you on the dark side of the moon.

-total eclipse of the heart-

miércoles, 20 de febrero de 2008

Primer intento nº 500

Cuando él me acostaba y encendía la radio siempre aparecía esa canción. A veces pienso mi vida en canciones.
Un día estaba sentada en la calle y mi sombra se escapó corriendo. No me atreví a mirar en qué dirección iba. Todo lo que sé es que yo me quedé acá y ella se fue a otro lado. En aquel entonces sonaba joaquín, completamente extasiado. Fue uno de esos incendios difíciles de apagar.
Al poco tiempo alguien golpeó la puerta y yo abrí. Era ella, la que esa vez se había ido corriendo. Yo le expliqué por qué no había ido a buscarla, y ella me dijo que entendió que no se puede andar por la vida (de día o de noche) partido en dos. Quería reconciliarse. Pero algo la inquietaba. Cierto remordimiento le aflojaba las piernas y casi se deja caer. Tuve que abrazarla, contenerla. En cuanto la envolví con mis brazos me di cuenta. Tenía marcas en la silueta. No podían taparse con curitas, de hecho no podían ser vistas con ojos poco profundos. No eran golpes. No eran cortes. Se trataba más bien de las superficies de su piel que habían experimentado la felcidad que produce el contacto con otro ser y al día siguiente padecieron el frío que nace de recordar Esos momentos. (Y de enterarse que ya no volverán).
Ante tal esclarecimiento de la situación yo no sabía si iba a poder seguir sosteniéndola, pues las piernas empezaron a dolerme también a mí. "Te lo advertí", le susurré casi en silencio.
Acto seguido, tuve que soltarla. Me recosté y di vueltas en la cama. Ella estaba casi tirada, en una esquina de la habitación. Me pareció escucharla llorar, pero nada me importaba.
¡Estaba enojada con ella! Yo se lo advertí.
Me incorporé del colchón y la miré. Fue terrible ver sus ojos tan apagados. Pero yo tenía una decisión tomada y tenía que contarselá: "Desde aquel día en que te fuiste corriendo sabíamos que el regreso sería ciertamente nostálgico por esa felicidad fugaz que perseguiste paso a paso, salto a salto. Y sabíamos que yo no iba a poder ayudarte. No todo depende de mí, incluso cuando se trata de nosotras. Ahora no puedo, por mucho que me duela, permanecer estática observando como caminamos a destiempo, viendoté mirar para otro lado, buscando aquello que encontraste y te quemó en demasía. Hoy soy yo la que tiene que correr. Te invito a que vengas conmigo y vayamos a extasiarnos de las calles que todavía no recorrimos y a llenarnos la boca con canciones que todavía no cantamos. Es tu elección acompañarme o quedarte en esa esquina contemplando con lágrimas en los ojos los recuerdos de una habitación que se muere de frío por no tener su calor".

No todo depende de mí, pero si alguien puede pararse delante del espejo (con el mayor temor de estar comiendo un grave error y el gran dolor que acongoja el pecho por las ansias de querer volver a abrazar una vez más) y decir "basta", esa sí que soy yo.
Intentar que la racionalidad y la sombra escurridisa vayan al mismo tiempo suele ser complicado e imposible, pero a veces, es necesario. Aunque mis ojos protesten y traten de nublarme la vista.
Aunque.

lunes, 18 de febrero de 2008

मी प्रोपिया अवेंतुरा

Pensar en pretérito imperfecto del modo subjuntivo es una de las cosas más tristes e inútiles que he sabido hacer una y otra vez.
Si no llegamos a destino, fue porque justamente ese no era. Yo qué sé.
Al fin y al cabo somos libres en elegir nuestra propia aventura. Sí, como aquella vieja colección.
(Era mi perdición) Pero no soportaba los finales tristes, y en cuanto percibía que había elegido la senda más dolorosa, retrocedía las páginas y buscaba el camino más fácil.
Pero hoy no puedo retroceder las hojas, ni puedo dar grandes saltos al futuro salteando peleas cantadas y pérdidas inevitables.
(Cada tanto me pregunto si conservarás el libro que te di esa mañana).
(Yo no pude conservar la linterna, bastante tenía ya con tu brillo interrogante que no me dejaba dormir por las noches).
De a poco. Estos procesos suelen ser prolongados y más en mi caso. Por eso tenía miedo.
Pero sólo caigo en las mañanas, cuando despierto, y se me ocurre imaginarme cómo sería despertarme con vos en mi cama.
¿Cómo hubiera sido?
Es inútil, ya lo dije.
Lo estoy aprendiendo.
(Todavía quisiera saber cómo estás)

domingo, 17 de febrero de 2008

La vida por la ventana

Cuántos pensamientos pueden inspirarse en mí con el simple hecho de mirar por la ventana del colectivo.
Puedo imaginarme la vida de las personas que veo caminando por la calle, a dónde van, con quién, por qué a esa hora y por qué no a otra.
Puedo ver una y otra vez esos lugares que fueron marcados por una charla, un beso, un abrazo, una despedida, una lágrima. Una esquina, un árbol, la entrada de tal edificio, el cordón de la vereda.
Cada línea del transporte funciona como un recorrido por alguna época de mi vida, y aunque el viaje dure diez, quince, veinte minutos o una hora, llego a repensar esa época y procesarla otra vez, archivarla si es necesario, (hasta la próxima vez que pase por ahí).
A veces tengo que obligarme a no torcer la cabeza y mirar hacia adelante, directo a la nuca del siguiente pasajero, por culpa de esos lugares que todavía sangran un poquito de vida, aunque siempre, siempre termino observando de reojo, perdiéndome en un tobogán dentro de mi estómago, hasta la siguiente cuadra, hasta la siguiente época.

sábado, 16 de febrero de 2008

Iceland


Entraron al departamento. No entendía de dónde habían salido, a esa altura no entendía muchas cosas.
¿Where are you from? les pregunté. 4º C me dijeron.
Me reí, y les dije "but, your country!"
Islandia.
Mientras intentaba ubicar Iceland en un mapa imaginario centrado en mi cabeza, hice las típicas preguntas, aunque probablemente en muchas ocasiones utilicé los tiempos verbales en forma errónea, but, I don't give a shit, como decía Cintri.
What are you doing here? in Argentina...
Vino, asado, patagonia.
Jaj, probablemente me reí.
Era solo el comienzo. Calm down, le repetí cuatro veces a uno de los islandeses, ebrio por demás, y planeamos con su amigo una forma de meterlo en el 4º C sin que lo notara demasiado. Calm down and take a breath.
La noche avanzaba. "I'm going to a party, if you want to, you can come with me" Estaba invitando a dos islandeses a la Plop. Ni siquiera yo quería ir ahí! Pero el deber llamaba. "It's a dico? a gay disco? -me preguntaron, y me explican- you'll see, we're straight, but, we rather gay parties 'cause they're so much fun" Ya fue dije, Plop, allá vamos.
Tengo la imagen de nino, diciendo "My name is nino, nice to meet you"
Fiesta, boliche, enganchar al straight con un flaco, reírme, irnos, preguntarle si la pasó bien.
Terminar hablando sobre anarquismo en un McDonald -McGay-... "I'm an activist anarchist, but we're only a few in Iceland. Pople are blind (...)" Entonces le cuento sobre la última dictadura, sobre menem, como podía, haciendo señas. Intercambiando habladurías políticas a las siete de la matina, sentir que Islandia está muy lejos pero que aún en el polo norte hay gente como nosotros... mi sonrisa crecía.
Volver caminando con el rubio de Iceland, cantando I'm only sleeping. A esos sí que los conocen en todo el mundo.

martes, 12 de febrero de 2008

se juntaron "rosario" y la capital

Un mensaje, llamadas, el destino susurraba entre contradicciones que la noche terminaba en zona norte. Sí, no, sí, no. Me subo a un auto, con gente y con Él. Un par de besos extasiados que ni yo entendí bien, hasta que entendí y me bajé, tenía que ir a buscar otros besos, sus besos. Entonces paré un taxi, ¿me llevás hasta el fin del mundo?. Sí, claro. Atravesar la capital, subir a la autopista, seria como si estuviera dando una charla sobre la revolución cubana, o rindiendo un examen final. Porque tenía miedo que no esperes. Pero esperaste, y llegué a tu encuentro. Calles llenas de intolerancia sexual que llenamos con besos transgresores. Prometerle a ella que te acompañaría hasta tu casa, y así fue.
El camino de vuelta, sin entender mucho, sin querer entender, queriendo no haberlo emprendido. Porque en cada despedida únicamente pudimos llegar hasta esa frase ya conocida, "ojalá pudieras quedarte a dormir conmigo". Y así fue que volví a mi cama, a dormir sola, otra vez.
Y después, corrientes y talcahuano. Porque vos conocés la city. El final... ya lo conocemos. Lo sabíamos en el mismo momento en que nos sentamos en las escaleras de ese edificio hermoso que te hizo acordar a ese otro con los dibujos de los niños en su techo.
No tengo mucho más para escribir. Suerte. No creo en las casualidades. Desde aquel día en que todo parece más feo perdí la fé en la utopía y me tatué en el alma la canción de attaque 77, "te digo que voy a perder, yo nací para perder, yo nací para perder".

lunes, 4 de febrero de 2008

Muro Ella

Un muro que no es muro me hizo reír de ironía.
En mi mente le dibujé un par de ladrillos, y soñé que podía derribarlo.
La imagen de un instante de deseo, que yace perpetuado Del otro lado.
Los juegos aburren y siento cierto peso en algún sitio de mi cuerpo, imposible señalar cuál.
Preocupada me pregunté si el muro me habría aplastado.
Desconcertada (pero no tanto) te pregunté si el muro te había aplastado a vos.
(Silencio, no, no sabe, sabe la mitad, no sabe si quiere saber, yo tampoco)
Dos veces me incomodó mirarte a través de la pared de ladrillos.
Dos veces sonreí.
Dos veces volví a mirar para saber si era verdad.
Hasta que
Me dormí.
Y cuando tuve que caminar, contrariando todo lo pensando la noche anterior, no sentí el peso del muro ni tuve la necesidad de tirarlo abajo.Porque lo único que podía sentir el sin muro, era la ausencia Del otro lado.
(Son Dos –partes- que no pueden separarse, al menos por hoy)
La ironía de querer derribar(lo), pero saber que sin él, ella tampoco está.

lunes, 28 de enero de 2008

Heavy Metal Nena

Porque somos heavy metal nena.
Vasos rotos y vino derramado, nada, absolutamente nada puede preocuparme
Cuando te hago reír.
Juegos, juegos de nombres, actos que fallan.
Nunca confesé cómo me olvido de las personas.
-¿Nunca?-
No tengo armas pero puedo escribir palabras que matan.
Te observo con ese paisaje (detrás) que se derrite y me congelo.
Me petrifico en la silla porque hasta escribir me da miedo.
(¿De qué?)
No sé.
Pienso, diagramo, calculo, nada de eso funciona a la hora del impulso.
Cuando descubrieron América vos no estabas.
Pero ahora que estás, yo descubrí un nuevo continente.
Uno con curvas en el camino que invitan a llegar hasta el final (del juego).
Uno con curvas en el camino que invitan a llegar hasta el final (del cuerpo).
Cuando las (desesperantes) coincidencias nos indican que a veces con un corazón tan grande no podemos lograr lo que queremos.
(Is that your heart?)
(That’s my problem)
Pero los problemas no vienen hacia mí.
Yo voy hacia ellos.
Y me encanta.
-Excepto-

jueves, 24 de enero de 2008

Lago Lacar (mientras caminaba hacia la pregunta)

Cuánto más quieta podés quedarte mirando el río correr a tu lado.

¿Alguna vez volverías a decirme que sí?

Cuántos “no” pensás responder(te) por el bien de un “sí” tan vacío que ni respira.

Hoy quería decirte que si te vas con Ella me muero.

(Y esa expresión tiene por el momento doble receptor; hela aquí la honestidad brutal)

Si un segundo del día (o de la noche) puede remitirnos a un año,

Si un beso puede remitirnos a un amor cuya muerte se asumió,

Si el final de una conversación puede dejarnos sin dormir,

¿Alguna vez volverías a decirme que sí?

Hoy quería preguntarte si sos feliz.

Si “toda su vida fue una concha” de epitafio todavía me hace reír.

Si a veces leo las palabras que escribiste un lunes por la tarde, y

(Y ahí es cuando suspiro)

(Y después del suspiro viene una pausa)


y quiero preguntarte si fueron verdaderas

y se que no puedo porque ya lo hice

y en estos casos, una vez es (debe ser) (tiene que ser) suficiente.

Pero un terremoto de impulsos invade mi asiento y Necesito salir a buscarte

Con mis pensamientos, con las estrellas y con el viento que quizá te susurre

Te pregunte

¿Alguna vez volverías a decirme que sí?

Hasta el odio y la vergüenza. Hasta el arrepentimiento repentino.

Hasta el odio y la vergüenza. Hasta el convencimiento analfabeto,

Sin la lógica de la verdad y plagada de falacias sin perdón.

Por eso es un susurro, y no puedo hablar(te) en voz más alta,

Porque si te vas con Ella me muero (y aún continúa el doble receptor)

Aunque en realidad no es que muera por Ella, ni por Vos.

Porque toda esta verdad será una gran mentira, si nunca llego a poder pedirte perdón.

Aunque en realidad no es que muera por nadie

Sino por Su amor

(Y esa última frase, malgastando y retorciendo a mis sentimientos, tiene doble receptor).