sábado, 24 de mayo de 2008

De uno que murió y no lo supo ver

Tardé en llegar porque ya no cruzo mal. Ahora cruzo bien, ¿entendés? No se cómo explicarte, pero te genera una especie de sensación estoica, ¿entendés? Estás parado en la esquina, y tenés al hombrecito rojo entre ceja y ceja, sólo lo mirás a él, mientras notás cómo te pasan por lado y lado los ríos de gente acelerada por el ritmo de la city. Se desesperan por llegar a la otra vereda cincuenta segundos antes de lo estimado por la frecuencia del semáforo para volver a hacer lo mismo en la siguiente esquina y así sucesivamente hasta llegar a destino. ¡Tómense un respiro, che!
Así está Buenos Aires, ¿entendés?
Lo que no puedo largar es el pucho. Placer maldito, como todo placer. De algo nos tenemos que morir igual, ¿no? ¿Vos qué pensás? Digo, entiendo que mi razonamiento no es para nada inteligente, pero, vos sabés, ya no soy el mismo. Hace rato que leer a Cortazar me da miedo y dejé a mi terapeuta porque era demasiado sincera conmigo. Las hojas de otoño ya no baila con el viento, simplemente se vuelan. Así está Buenos Aires. ¿Lo vés? Es como si ni siquiera las nubes estuvieran en paz. Esta ciudad y no sólo ella, el mundo también, resbalan por un tobogán, segundo a segundo. Pero, para qué alertarte, tal vez se trate únicamente de Mi mundo, si yo estoy tan cambiado. ¡Hace tanto que no puedo amar! ¿Vos amás a alguien? Era tan lindo poder. Ya ni me acuerdo cuándo fue que me prohibí terminantemente volver a amar a una mujer. Vos que sabés, ¿se sigue amando en Buenos Aires? ¿Sí? Qué bien, qué bien, che.
¿No te parece gracioso? Antes yo me dedicaba a resbalar por el tobogán y cuando me cansaba frenaba un rato. Ahora es como si viviera constantemente frenando, ¿entendés? Creo que me voy a reír.
Pero, ¿por qué llorás? ¡Si no estoy muerto, che! Me escucho el corazón, ¿lo escuchás? Pero, para qué mentirte, si hace unos años dejé de escuchar a mi corazón.
Creo que voy a llorar, ¿cuándo fue que me morí, che?

lunes, 5 de mayo de 2008

18 meses y 7 días

No se si me parece poco, no se si me parece mucho.
No se si les parece poco, no se si les parece mucho.
No se si te parece poco, no se si te parece mucho.
Un viernes de papel picado, de espuma. Una vuelta olímpica que marcaba cierto final, que sonreía, que lloraba, que asustaba al bajar los escalones. Todo eso es recuerdo.
Pasar por Esa cuadra y mirar El edificio no es mirar un edificio, sino observar el esqueleto de lo más profundo de la historia, mi historia. Paredes entre las cuales susurré amores y desamores.
Paredres entre las cuales conocí El amor y La amistad.
¿Pero por qué ahora?

Nostalgias.