viernes, 12 de diciembre de 2008

Escrito de lo que estaba implícito hasta antes de ser escrito

Si tuviera que tocarte en la guitarra vos serías el rock and roll de los sentidos.
Los días soleados con lluvia llevan tu nombre, te sobran ecos de la naturaleza.
Respirarte puede significar ese leve ahogo que revive a quienes se mueren de vulgaridad.
Esta noche tus ojos son la luna y giran alrededor de mi cabeza, remendando un par de nombres descocidos en mi piel.
Emprendo un viaje falso por los caminos de tu patria, liberando algunas banderas de la necesidad.
Preguntar dónde reside aquella falsedad hoy estaría de más, simplemente es cuestión de averiguar.
Puedo confiar en que, a veces, la imaginación toma el poder.
Ahora yo tengo el poder de imaginar que nos encontramos a segundos de volver a nacer.
Simplemente es cuestión de intentar, simplemente es cuestión de volver a creer.
Yo te ofrezco esta fantasía, la fantástica sensación de que no hay nada por perder.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Incierto

Miro por la ventana y veo correr a un par de palabras en silencio. Se me escaparon hace un rato pensando en la vida y no pude hacer más que echar a reir, sin pensar en detenerlas.
Mi concentración está desconcentrada, aventurándose en uno de esos viajes que no presentan rastro de retorno alguno.
Me siento a mirar en mi mente, a buscar lo que se esconde dentro de esta sensación diurna, consencuencia de ciertos escapes nocturnos.
Me encuentro con más risas y sonrisas.
Me encuentro en la puerta de lo desconocido, y hoy es bienvenido no conocer al destino.
Entro, no se a dónde. Mejor así.

martes, 2 de diciembre de 2008

En la nuca

Quien entienda el llanto de una guitarra podrá quizás alguna vez entenderme a mí.
Quien pueda temblar ante la más aparente calma.
Estás parada adelante mío, necesito cerrar los ojos para verte mejor, para no llorar.
Nuestras voces no llegan, vamos a enmudecer al mundo entero, nena.
Vamos a paralizar el movimiento del planeta que nos rodea, que nos interioriza.
Pero nunca dejemos de temblar. No podemos perder esa sensación.
Algo va a pasar.
Las miradas en la nuca, siempre. Esa marca que no podemos borrar.
Quizás por eso haya decidido la eternidad en mi nuca. Porque me duele.
Tengo la urgencia de entregar un mensaje que nadie entenderá.
Entonces la urgencia se convierte en vértigo y no para de caer.
Es tu mano la que me podría sostener.
Pero tu mano no está. Ni hoy ni mañana.
Me caigo por el puente de una guitarra, quien entienda su llanto podrá, quizás, alguna vez entenderme a mí.

Sin repetir y sin soplar

Estaba pensando que los nombres de mi vida se desviven de ironía. Entran por la puerta, repitiéndose impunemente, recordándome que los fantasmas existen, y que lejos de asustar, debemos reir para no llorar.

Acá iría la lista de nombres que debieran ser abolidos por el registro que corresponda por el poder que le concede la santa biblia y la concha de su hermana.

(...)