domingo, 25 de julio de 2010

Abandonar la fija, ahí vas
De un lado al otro por esta ciudad
A mojarte con todas las lluvias
Ahí vas.
Creíste encontrar música
en su silencio
Pero cuando te vas a dormir
el vacío es vacío.
Hacés fuerza con los ojos
no queriéndote olvidar
las imágenes se ponen torpes
es difícil de llevar.

Y te dormís pensando en las palabras
que en su silencio jamás encontrarás.

lunes, 12 de julio de 2010

Yo me quiero casar, ¿Y usted?

No creo necesario realizar una exposición sobre argumentos del ámbito del derecho ni la psiquiatría, la biología, la psicología, y otras disciplinas cuyos especialistas ya se han encargado de enumerar en distintos lugares y ocasiones.
Cambiando, entonces, el enfoque que sería el esperado para refutar las argumentaciones de aquellos que no acuerdan con la implementación de un matrimonio igualitario, me voy a dedicar a expresarme desde el conjunto de sensaciones que me invaden por estos días. Sensaciones que son el producto de años de vida, crecimientos, retrocesos, aprendizajes resultantes de mi pasado y mi presente.
Hay una pregunta que quisiera hacerle a todas las personas que alguna vez pasaron por esta vida. Es una pregunta simple, que se responde por sí o por no: ¿Puede uno elegir de quién se enamora?
Sin demasiados rodeos, básicamente mi respuesta es no, yo no puedo elegir quién es la persona que va a conmover mi cuerpo y alma. Aunque claro está, podemos intentarlo. Siguiendo este pseudo-razonamiento, yo no puedo modificar mi esencia de ser, mi forma de sentir. Puedo obrar sobre mi conducta observable, puedo decidir realizar o no una acción. Pero no puedo influír a ese motor interior que se abre su propio camino, porque por más que yo intente o haya intentado que funcione deacuerdo a lo "correcto", es un motor que tiene tanta fuerza que es imposible de contradecir, o dicha posibilidad implica un costo de absorción de energías realmente inexplicable.
Con el párrafo anterior, lo que quiero decir, es que yo jamás elegí ser como soy. En ningún momento me tiré en la cama a decidir si iba a seguir estando con pibes o con pibas. En todo caso lo que hice fue desnudar mi alma, abrir el placard y mirarme en el espejo de su puerta. Ahí fue, cuando toqué el fondo de mi esencia, que empecé a andar mi camino. Decidí transitarlo, es cierto, pero más que nada, decidí ser sincera con este corazón. Y no hay otra explicación, yo soy así, nací para cantar y ser feliz, pero no obligo a que me escuchen quienes no quieren hacerlo. Del mismo modo, yo no tengo por qué someterme a sus cantares.
Si bien es cierto que, los mandatos morales y toda clase de represiones provienen en gran parte de uno mismo, de nuestro interior, también se hace necesario aseverar que como seres sociales que somos, es absolutamente imposible hacer caso omiso del "qué dirán" y de las opiniones de las mayorías. Es imposible, o por lo menos muy dificultoso, hacer ciertas cosas o involucrarse en determinadas relaciones, si hay un grupo de gente que te señala como si estuvieras en la jaula de un zoológico. Es difícil no sentir el peso de la mirada de la sociedad, haciendo presión sobre la nuca. Esto que estoy describiendo, me sucedió durante mucho tiempo y me sigue sucediendo, en parte. Pero veo gente a la cual este peso de la sociedad la supera, y están viviendo sus vidas a medias, negando, sufriendo. Creo que necesitamos un mundo más tolerante y creo que el momento del cambio ya llegó.
Vivir y dejar vivir, mientras que nadie moleste a nadie.
Se que estoy diciendo cuestiones por demás trilladas, pero parece que hay gente caminando por el siglo XXI que todavía no lo entendió, así que pienso repetirlo todas las veces que sea necesario, hasta el hartazgo. Pienso seguir yendo los jueves al diván, pienso seguir charlando con mi mamá, pienso seguir dando una mano a quienes todavía les cueste expresar, pienso seguir bajando la ventanilla y gritándoles a los de naranja, pienso seguir manifestándome a favor de la igualdad y en contra de la intolerancia humana. Porque aunque muchas veces afirmé que las utopías estaban perdidas, todavía sueño con algunos cambios. Que en algún momento de este siglo, ser homosexual no implique tener que sentarse a la mesa para dar aviso de ello, como si estuviéramos anunciando que a la brevedad se encamina el apocalipsis, es uno de ellos.
Antes dije que la orientación sexual no es algo que se elija. Pero si así lo fuera, yo me volvería a elegir, porque este es mi camino hacia la felicidad y es el camino que me da razones para seguir. ¿Cómo podría, entonces, frenar ese motor? Si sería pues como matarme, y ya he muerto tantas veces para volver a ser YO*.

-El mismo amor, los mismos derechos-


* esta frase es un remix de una que aparece en un cd de charly: "cuántas veces tendré que morir, para volver a ser yo"

sábado, 10 de julio de 2010

Pasado

Y te regalé la Luna por segunda vez, pero no podías aceptarla. Realmente espero que guardes la primera. Porque necesito saber que ese tiempo valió la pena, que valió la primera vez.
Me dicen por ahí que "Todo" fue hace mucho tiempo. Mas aún, cuando te tengo adelante, seguís teniendo ese poder. Seguís teniendo esos labios, ante los que jamás podría decir que no.

miércoles, 7 de julio de 2010

Madrugada de martes

Ahora tengo que escribir, después de dos horas de charla en la madrugada. Porque necesito pedirte perdón a las cinco de la mañana. Así que perdón, por tantas cosas, pero sobre todo, por haberte gritado hace un rato que todo lo que hago es para hacerme mierda. Porque si necesito irme de acá, no es por vos, o en última instancia, será por las dos.
Me encantaría contarte todo lo que te perdiste en mi vida. Aquellos días, de cinco años atrás, cuando me pasó por primera vez por el cuerpo y el alma esa sensación de estar con alguien con quien querés compartir toda la vida. Después, me hubiera encantado poder volver ese día del colegio y contarte que ella y yo habíamos decidido rompernos el corazón, por esas cosas de la vida que indican que "así es mejor".
Pero no se pudo. Y lo hecho, hecho está. Pasó demasiado tiempo.
A veces, se hace tarde.
Estoy entre el colapso y la realidad. No quiero que te metas en mi vida. Es que no sé por dónde empezar para dejarte entrar.
Hoy no tengo una puta certeza, ninguna fija. Aunque suene trillado, sólo se que algo tiene que cambiar. Empezando por mí.
Y esta soy yo, tratando de escribir sin rodeos ni decorados. Es cierto, nunca sale bien, pero lo intento.
Sigo temblando, y tal vez sea para siempre, ahora que voy empezando a entender(me).
Este es un quiebre, algunas cosas se tienen que romper. Y despedazadas, sé que volveremos a nacer.
Definitivamente esa es mi única certeza: por más mierda que nos hagamos, siempre nos vamos a querer.