viernes, 15 de febrero de 2013

Cheers darlin'

Me estoy ahogando. Me estoy ahogando, así que me va a explotar el corazón. Y me voy a morir. Hay voces que sugieren en la cabeza que estoy exagerando un poco, que esto és... Pero para alguien que no es sordo es muy fácil no querer escuchar. Así que hago ruido y no escucho. Y me estoy ahogando, así que me va a explotar el corazón y sí, lo siento, lo presiento. Acá, en el centro, mi centro, mi pecho, tanta presión. Esa fuerza punzante, que acorrala, que te hace transpirar hasta más no poder por el frío que trae consigo cada anochecer y el amanecer y toda la mierda.
Sí, yo tampoco entiendo. Nada tiene que ver con nada y cualquiera coincidencia con la fantasía es mera somatización. Quiero arrancarme las palabras de donde no pueden salir. Así que viajé para irme. Viajé para irme lejos y me olvidé que de los sueños no se podía escapar. Y que en los sueños no se podía correr. Y que nunca supe volar. Así que ahí estabas, en los sueños, lo más campante y yo ahogándome sin parar. Qué increíblemente pelotudos que somos los seres humanos. Qué terriblemente cobardes.
Me cuelgo un rato mirando las huellas de la espuma de la cerveza en el vaso porque me parecen simpáticas. Cambio un poco la música, para suavizar estas pulsaciones fuera de control. Y rezo. ¿Rezo por vos?. No. Esta vez rezo por mí. A continuación, agarro el fósforo para encender la pólvora que está en mi boca, para incendiar este silencio estancado, cansado, sobornado.
Quedo cansada. Como después de correr, como después de hablar. De a poco la presión retorna a su lugar, mi centro. Sentada en el escritorio, me agarro la cabeza, como diciendo esto no puede ser. Pero yo lo leí en la remera de la uruguaya: somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. Y cuando tuve la oportunidad me quedé callada. Así se van, en cada silencio, cada oportunidad.
Soy mi silencio, para no arruinar lo que somos.
Cheers darlin'