jueves, 27 de junio de 2013

Color Junio

Es invierno en Buenos Aires y es lógico que esté frío el aire. El invierno se planta entonces en las esquinas donde dobla el viento, en los vidrios que se empañan (porque en algunos adentros hace calor), en los gatos que para dormir se convierten en bolas uniformes de pelo y también en algunas sombras, que antes eran color y calor y hoy las vemos ahí, temblando, vaya nadie a saber por qué.
Es invierno en Buenos Aires y voy a aprovechar que está frío el aire para salir así como estoy, en short y musculosa, y absorber con la piel ese fuerte impacto expresado comunmente como "me re cago de frío". Pero no es que quiera cagarme de frío, ni es tampoco que tenga ganas de sufrir, ni que pretenda pescarme una neumonía para quedarme en la cama y no ir a trabajar, ni a estudiar, ni a vivir. No, no es nada de eso. Lo que sucede es que se me ocurrió que tanto frío, ante tan desabrigada persona (que vengo a ser yo), va a ser absolutamente efectivo en su ánimo de congelar, que también es mi ánimo. O sea, pensamientos congelados. Porque eso es lo que quiero, congelar mis pensamientos. Inclusive, con un poco de suerte, si el frío es realmente helado, los pensamientos tal vez se escarchen y luego, de esta rigidez transparente se derritan y desaparezcan, o directamente se rompan. O sea, pensamientos congelados y desaparecidos. Muertos. No, perdón, ¡muertos no! Pensamientos congelados y desaparecidos, asesinados.
Entonces abro la ventana y salgo, así como estaba, en short y musculosa. "Está fresco", pienso al principio, y suspiro mucho para afuera, concentrándome como para no tener frío, hasta que recuerdo cuál era mi objetivo, porque ya se me había olvidado. "Hay que hacerlo y me la banco para no bancarmelá" me digo y algunos pinchazos ya asoman por la espalda, otros suben por las pantorrillas y se entumecen un poco los dedos. Empiezo a temblar, mi cabeza también. Las ideas tambalean un poco hasta que por poco ya sólo tiemblo. Tiemblo y tiemblo y todo me tiembla (también el alma, ¡y cómo lo hace!) y pasa nada más que eso. De pronto, algún recóndito sobreviviente de la conciencia me dice, me digo, "está funcionando". Y voy a temblar un poco más. Pero de pronto, algún recóndito sobreviviente de la no-conciencia, del inconsciente, de toda esa mierda latente, me dice, me digo: "Estás temblando como esa vez" y yo no lo puedo creer, pero sigo: "Estás temblando como cuando tuviste que poner ciertas cosas en su lugar y hablar sobre ciertos silencios, mostrar un cacho de corazón enserio, estás temblando como cuando la viste llegar". El objetivo se evaporó de un segundo a otro, como el segundo en que te vi pasar. Como el tiempo en que te vi pasar, pero no te vi volver. Y mirá que no era un objetivo muy profundo el tuyo, el que tenía con vos. Supongo que tal vez todo sonó demasiado serio, supongo que soné mal yo. O por ahí vos escuchaste cualquier cosa, y sucedió eso de los malentendidos que dan luz a entendimientos que no caminan. Qué se yo, en este momento buscar razones (que tal vez no existen) me importa muy poco porque estoy adentro de nuevo y sigo temblando.
Y mirá que no era un objetivo muy profundo el tuyo, el que tenía con vos. Apenas mirarte y que te rías, que te llenes de color, porque así me pintabas todas las sombras y era todo gratis, la maravilla del color.