jueves, 31 de diciembre de 2009

Mail

¿Qué buscamos cuando vamos tras el amor? ¿Alguien que nos complemente o alguien que se nos parezca? ¿Queremos hallar la felicidad o ansiamos una persona que nos calme primitivas y añejadas penas? A veces es todo esto, otras es una mezcla, y en ocasiones, no buscamos nada más que el vacío. Pero cada tanto ocurre que una ráfaga de viento nos tumba a la vuelta de la esquina y el amor nos encuentra a nosotros antes que siquiera podamos pronunciar un elaboradísimo "te quiero". Y hay que despedirse de la búsqueda, de los prototipos soñados, de tanto ser idealizado. Porque el amor te enfrenta y te dice "vine para quedarme, me odies o me ames". Rebelde el sentimiento, tantas veces fuera de control. El ser humano no quiere estar solo, aunque innumerables veces no soporte estar acompañado. Así és, a veces, somos contradicción en estado puro.

Ruido

Mi amor, no se puede vivir escapando, ya no. Es que estamos grandes y la salvación no se encuentra en aquel escondite favorito, debajo de la cama.
Mi amor, hoy necesito descansar en los senderos de tu pecho, en vez de caminar sin parar entre unas lindas piernas.
Tarde me di cuenta que habías cambiado mi mundo y yo el tuyo. Somos ese tiempo vencido que habita mis labios, paralizados en tu nombre de una mañana sin desayuno.
Algo hace ruido cuando respiro, hondo, profundo, se instaló esta conversión.
Ruido, hasta el día que te vuelva a ver.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Tatuajes en el alma

Recibí este año 2009 lejos del lugar donde escribo actualmente, allá por Ushuaia. Y pienso en el sur que nunca se va a ir, porque siempre voy a volver. Aquella bahía fue el quiebre, y los glaciares alma congelada de sólo pensar.
Volví y todo cambió.
El primer año en la facultad, con tanta ansiedad para encontrar las respuestas que nadie podía darme, para terminar hallando pistas donde menos lo pensaba.
Un grupo de gente me cambió el corazón, que estaba tan anestesiado por esos tatuajes en el alma que no se borran ni con cirugía. Y volví a nacer, a perder lo que tenía que perder, a separarme de ese nombre que no me dejaba crecer, para poder respirar del aire más puro con renovada pasión.
Entonces ahí estaban, un par de amigas que valen más que el petroleo de todo el mundo, con la sorprendente capacidad de levantarme, para no volver a caer como en tiempos pasados. Y comenzó la interminable maratón: entrenamientos, juntadas, fiestas y guitarreadas. Un pseudo motor de la vida, de esos que dan ganas.
Y allí en los rincones que estaban vaciós, siempre ese fiel fantasma. El amor, reclamando su papel protagonista de cada jornada. Obviamente no tardó en llegar, pero esta vez lo hizo con intermitencias. Porque encontré lo que buscaba, pero no pude llevarlo más allá de una noche entre copas. Yo, la que una vez caminó más que decidida entre lagos desconocidos del sur tras un corazón, esta vez no podía llegar ni hasta Coronel Díaz sin esa desquiciada taquicardia acobardada. Y la historia se repitió, una, dos, tres veces.
2009, un año de grandes cambios, y planes a futuro para concretar. Levanto mi copa y la sonrisa no tarda en llegar. Brindo a la salud de todo lo nuevo, de lo que se fue y ya no volverá. Y si algo tiene que regresar, ya comienza un nuevo año abierto a la infinita posibilidad.

¡Salud!