sábado, 26 de diciembre de 2009

Tatuajes en el alma

Recibí este año 2009 lejos del lugar donde escribo actualmente, allá por Ushuaia. Y pienso en el sur que nunca se va a ir, porque siempre voy a volver. Aquella bahía fue el quiebre, y los glaciares alma congelada de sólo pensar.
Volví y todo cambió.
El primer año en la facultad, con tanta ansiedad para encontrar las respuestas que nadie podía darme, para terminar hallando pistas donde menos lo pensaba.
Un grupo de gente me cambió el corazón, que estaba tan anestesiado por esos tatuajes en el alma que no se borran ni con cirugía. Y volví a nacer, a perder lo que tenía que perder, a separarme de ese nombre que no me dejaba crecer, para poder respirar del aire más puro con renovada pasión.
Entonces ahí estaban, un par de amigas que valen más que el petroleo de todo el mundo, con la sorprendente capacidad de levantarme, para no volver a caer como en tiempos pasados. Y comenzó la interminable maratón: entrenamientos, juntadas, fiestas y guitarreadas. Un pseudo motor de la vida, de esos que dan ganas.
Y allí en los rincones que estaban vaciós, siempre ese fiel fantasma. El amor, reclamando su papel protagonista de cada jornada. Obviamente no tardó en llegar, pero esta vez lo hizo con intermitencias. Porque encontré lo que buscaba, pero no pude llevarlo más allá de una noche entre copas. Yo, la que una vez caminó más que decidida entre lagos desconocidos del sur tras un corazón, esta vez no podía llegar ni hasta Coronel Díaz sin esa desquiciada taquicardia acobardada. Y la historia se repitió, una, dos, tres veces.
2009, un año de grandes cambios, y planes a futuro para concretar. Levanto mi copa y la sonrisa no tarda en llegar. Brindo a la salud de todo lo nuevo, de lo que se fue y ya no volverá. Y si algo tiene que regresar, ya comienza un nuevo año abierto a la infinita posibilidad.

¡Salud!

1 comentario:

Be dijo...

Entre a tu vida este año y te juro por lo que más quiero que jamás me voya ir!!! :) te amo hermana!!!