miércoles, 7 de julio de 2010

Madrugada de martes

Ahora tengo que escribir, después de dos horas de charla en la madrugada. Porque necesito pedirte perdón a las cinco de la mañana. Así que perdón, por tantas cosas, pero sobre todo, por haberte gritado hace un rato que todo lo que hago es para hacerme mierda. Porque si necesito irme de acá, no es por vos, o en última instancia, será por las dos.
Me encantaría contarte todo lo que te perdiste en mi vida. Aquellos días, de cinco años atrás, cuando me pasó por primera vez por el cuerpo y el alma esa sensación de estar con alguien con quien querés compartir toda la vida. Después, me hubiera encantado poder volver ese día del colegio y contarte que ella y yo habíamos decidido rompernos el corazón, por esas cosas de la vida que indican que "así es mejor".
Pero no se pudo. Y lo hecho, hecho está. Pasó demasiado tiempo.
A veces, se hace tarde.
Estoy entre el colapso y la realidad. No quiero que te metas en mi vida. Es que no sé por dónde empezar para dejarte entrar.
Hoy no tengo una puta certeza, ninguna fija. Aunque suene trillado, sólo se que algo tiene que cambiar. Empezando por mí.
Y esta soy yo, tratando de escribir sin rodeos ni decorados. Es cierto, nunca sale bien, pero lo intento.
Sigo temblando, y tal vez sea para siempre, ahora que voy empezando a entender(me).
Este es un quiebre, algunas cosas se tienen que romper. Y despedazadas, sé que volveremos a nacer.
Definitivamente esa es mi única certeza: por más mierda que nos hagamos, siempre nos vamos a querer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me senti muy identificado, mucho.
Solo lei 2.
Me imagine todo en 70 segundos. O pareció rapido. Si todo esto fuera la calle
, y suciederia tanta informacion, tan rapidamente: no lo dudo-