martes, 2 de diciembre de 2008

En la nuca

Quien entienda el llanto de una guitarra podrá quizás alguna vez entenderme a mí.
Quien pueda temblar ante la más aparente calma.
Estás parada adelante mío, necesito cerrar los ojos para verte mejor, para no llorar.
Nuestras voces no llegan, vamos a enmudecer al mundo entero, nena.
Vamos a paralizar el movimiento del planeta que nos rodea, que nos interioriza.
Pero nunca dejemos de temblar. No podemos perder esa sensación.
Algo va a pasar.
Las miradas en la nuca, siempre. Esa marca que no podemos borrar.
Quizás por eso haya decidido la eternidad en mi nuca. Porque me duele.
Tengo la urgencia de entregar un mensaje que nadie entenderá.
Entonces la urgencia se convierte en vértigo y no para de caer.
Es tu mano la que me podría sostener.
Pero tu mano no está. Ni hoy ni mañana.
Me caigo por el puente de una guitarra, quien entienda su llanto podrá, quizás, alguna vez entenderme a mí.

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