lunes, 10 de agosto de 2009

Nuestra primavera

Abrí los ojos, era temprano, más de lo normal. Me impresionó la luz que entraba por la ventana, blanca y brillante. Esa luz estaba viva y yo también.
Desayuné en silencio, rápidamente pero sin apuro, cada trago de leche alimentando mi cuerpo y mi cuerpo al tuyo. (Donde sea que estuvieras).
Salí a patear la calle hasta el colectivo, camino al trabajo. Todo me parecía hermoso, iluminado por aquella mágica luz blanca que cubría al nuevo día. Me enamoré mirando por la ventana y me desenamoré en la esquina siguiente. Así de cambiante es a veces la vida, aunque lleves un nombre oculto bajo la piel.
Al rato ya estaba en el laburo. Y al rato de aquel rato, ya estaba en la vereda de siempre, con dos cuerpos puros de almas diabólicas, que me cantaban la posta y luego me preguntaban, se daban rosca, juntas le dábamos vueltas a la ruleta rusa del sexo y el amor.
Pero siempre hay una vuelta al trabajo y más tarde hay una vuelta a casa. Aunque esta vez era como regresar de un viaje largo, un poco sabio y descontracturado, comprendiendo y no lamentando.
Hoy nos inventamos una primavera en la plena incertidumbre del frío colchón.
Porque sabemos mirarnos a los ojos y reírnos sin razón alguna, reírnos hasta que duela la panza, reírnos hasta hacernos pis, y lo escribo porque somos la verdad que tenemos.
Aunque llevemos un nombre oculto bajo la piel, y hoy te haya buscado bajo la luz blanca, donde sea que estuvieras, nuestra primavera.

1 comentario:

delfi dijo...

Qué feo es prenderse un pucho usado.. apagado. Otro día pongo un comment mas profundo jajajaja