miércoles, 23 de julio de 2008

La pasión que no se vende

Llegué puntual al primer entrenamiento y un poco nerviosa, no estaba segura de la recuperación de mi lesión y temía volver a lastimarme. Mis compañeras me informan que era época de pretemporada: correr, correr y correr, hasta alcanzar a los autos que ves pasar por la autopista. Pero nada podía impedir que mi adrenalina se siguiera potenciando en cada paso hacia el campo de deportes ni borrar la sonrisa de mi cara. Volvía a jugar, ¡después de dos meses!
Al principio el preparador decretó 20 minutos de trote, hice 12, y luego corridas intermitentes hasta completar los 20, (los dos meses de inactividad no vinieron solos). Luego dos ejercicios, físicos también, que el profesor adaptó en mi caso para no forzar la zona recuperada de mi pierna. Finalmente, elongar, tomar agua, ¡y a jugar! Los pocos minutos que nos quedaban, corriendo detrás de la pelota, eso que tanto nos gusta.
Para concluir la noche, parada cantada: luego de cambiarnos, cerveza (y/o coca cola) en el bar de ciudad. Muy acorde al espíritu futbolístico, claro, la cerveza.

:)

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