lunes, 27 de octubre de 2008

Minutos robados

Y sinceramente no puedo dejar de pensar en tu cara. El miedo vaga por mi piel como un viejo fantasma que se aviva con la brisa más leve.
Acostada en mi cama la mirada se me fuga por el infinito que conduce a esa habitación apurada y me pierdo completamente.
La habitación apurada, tímida, somnolienta, mañanera, silenciosa, sedienta, hermosa. Cayendo por el tobogán de los minutos robados, esos que hacen justicia.
Pero el vértigo me arranca de la habitación y aparezco mirando la pared de mi cuarto. El regreso imprevisto del viaje por el recuerdo me sorprende temblando, llena de temores y de encanto.
Porque tal vez aquellas sábanas sientan ahora el roce de otra piel y se hundan en ellas otros besos, otras piernas, otra mujer.
La paranoia de siempre. Los cuestionamientos (incuestionables) a la libertad. Otra mujer.
Es que sinceramente no puedo dejar de pensar en tu cara.

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