domingo, 17 de febrero de 2008

La vida por la ventana

Cuántos pensamientos pueden inspirarse en mí con el simple hecho de mirar por la ventana del colectivo.
Puedo imaginarme la vida de las personas que veo caminando por la calle, a dónde van, con quién, por qué a esa hora y por qué no a otra.
Puedo ver una y otra vez esos lugares que fueron marcados por una charla, un beso, un abrazo, una despedida, una lágrima. Una esquina, un árbol, la entrada de tal edificio, el cordón de la vereda.
Cada línea del transporte funciona como un recorrido por alguna época de mi vida, y aunque el viaje dure diez, quince, veinte minutos o una hora, llego a repensar esa época y procesarla otra vez, archivarla si es necesario, (hasta la próxima vez que pase por ahí).
A veces tengo que obligarme a no torcer la cabeza y mirar hacia adelante, directo a la nuca del siguiente pasajero, por culpa de esos lugares que todavía sangran un poquito de vida, aunque siempre, siempre termino observando de reojo, perdiéndome en un tobogán dentro de mi estómago, hasta la siguiente cuadra, hasta la siguiente época.

1 comentario:

f. m. dijo...

yo tengo una fija con esto también.

por eso hay varios bares a los que no debería ir más

voy a terminar pudiendo ir solamente a un bar de barrio que queda por el parque avellaneda y me encanta, y nunca hay nadie.

te veo en un rato

salut