jueves, 21 de febrero de 2008

Esperando el eclipse

Salí de mi casa a las 23.40 hs. Según cálculos de los especialistas, 23.43 comenzaba la fase visible de este maravilloso fenómeno que el hombre ha hecho llamar Eclipse total de Luna. Mientras esperaba algún taxi vacío (pasaron apróximadamente diez ocupados) miré al cielo y la ví. Una sombra se palpitaba en el extremo inferior derecho del satélite. Como aún ningún transporte se hacía presente le envié un mensaje de texto a mi madre: "está comenzando, increíble!". Al minuto pude oír que la perciana del 1º A (sí, ahí vivo yo), se levantaba. Mamá salió al grito de "qué hay que mirar?". Con obviedad respondí "hacia la Luna, ¿tal vez?". Fue inútil, si hay algo que aprendí es que viviendo en un primer piso rodeada de edificios jamás verás ningún tipo de fenómeno del universo desde allí, claro que no.
Finalmente me subí al bendito taxi y le dije "Al planetario, por favor". El señor me preguntó, "¿al planetario?". Y respondí "sí, al planetario!". Por su expresión pude adivinar que me lo hubiera preguntado de nuevo, pero el semáforo daba verde y arrancó.
Cuando me bajé del auto observé un grupo de más o menos diez personas que se dirigían hacia los parques que rodean el planetario. Como una perfecta turista que acaba de bajarse del tren, seguí a las masas. Noté cierto desconcierto general, y acto seguido les pregunté a tres chicas si sabían dónde estaba el planetario. Ellas, tan turistas como yo, me respondieron que no podían terminar de darse cuenta hacia dónde había que caminar. ¡Era ridículo! Años y años de volver de ciudad universitaria pasando por el planetario, y ahora que un taxi me había dejado a una cuadra como mucho, no podía encontrarlo.
Finalmente, después de un par de zig zag, llegamos. (Si hubiera estado sola probablemente con mi maravilloso sentido de la ubicación todavía continuaría buscándolo, o estaría hablando con los patos del lago)
La sombra de la humanidad se proyectaba de a poco cada vez más en la Luna. Y mi fascinación crecía minuto a minuto.
Decidí acostarme, poner play en el reproductor, y observar. Si bien unas dos mil personas me rodeaban, logré sumergirme lo suficiente en mi propia esfera como para olvidarme de Todo.
Cuando la sombra llegó a la mitad del satélite, me incorporé y fui hacia una de las tres filas de personas que había, en dirección al edificio del planetario. Quería poder observar el eclipse por telescopio, pero también quería observar la Luna, ya que nunca antes lo había hecho.
Así que ahí estaba yo, dando los únicos pasos que daria en mi vida para "acercarme" a ella, en la fila del telescopio. No quise ver las caras que ponía la gente al sacar su ojo del telescopio, tenía miedo que fuera decepcionante. Así que esperé una media hora y llegó mi turno.
Me agaché y coloqué mi ojo en el extremo desde donde se visualizaba el objetivo. Wow, pensé. Probablemente eso fue lo que pensé y dije para mis adentros durante todo el momento que duró la contemplación. Wow. Ahí está ella, que tantas veces he observado, en soledad, con alguien. Ella que tantas veces me hizo llorar, pensar en alguien, o sentirme conectada con una persona por el hecho de saber que ambas la estamos mirando. Y ahí está la sombra de todos nosotros, del lugar donde vivimos.
Me aparté del telescopio y caminé para volver a recostarme en algún sitio y esperar a que el eclipse llegara a su fase máxima. Estaba feliz y sonriente.
Traté de dilucidar qué sensación me producía exactamente pensar que estaba viendo la sombra de nuestro planeta, pero todavía no lo terminé de procesar.
Mientras tanto, I'll see you on the dark side of the moon.

-total eclipse of the heart-

No hay comentarios.: