martes, 12 de febrero de 2008

se juntaron "rosario" y la capital

Un mensaje, llamadas, el destino susurraba entre contradicciones que la noche terminaba en zona norte. Sí, no, sí, no. Me subo a un auto, con gente y con Él. Un par de besos extasiados que ni yo entendí bien, hasta que entendí y me bajé, tenía que ir a buscar otros besos, sus besos. Entonces paré un taxi, ¿me llevás hasta el fin del mundo?. Sí, claro. Atravesar la capital, subir a la autopista, seria como si estuviera dando una charla sobre la revolución cubana, o rindiendo un examen final. Porque tenía miedo que no esperes. Pero esperaste, y llegué a tu encuentro. Calles llenas de intolerancia sexual que llenamos con besos transgresores. Prometerle a ella que te acompañaría hasta tu casa, y así fue.
El camino de vuelta, sin entender mucho, sin querer entender, queriendo no haberlo emprendido. Porque en cada despedida únicamente pudimos llegar hasta esa frase ya conocida, "ojalá pudieras quedarte a dormir conmigo". Y así fue que volví a mi cama, a dormir sola, otra vez.
Y después, corrientes y talcahuano. Porque vos conocés la city. El final... ya lo conocemos. Lo sabíamos en el mismo momento en que nos sentamos en las escaleras de ese edificio hermoso que te hizo acordar a ese otro con los dibujos de los niños en su techo.
No tengo mucho más para escribir. Suerte. No creo en las casualidades. Desde aquel día en que todo parece más feo perdí la fé en la utopía y me tatué en el alma la canción de attaque 77, "te digo que voy a perder, yo nací para perder, yo nací para perder".

No hay comentarios.: