sábado, 15 de noviembre de 2008

Banca rota

Y al final está ese beso, el que salda la cuenta, el que te deja en banca rota.

Ayer tu boca le dijo a la mía que ya no habrá más de ese ahogo, el causante de la instantánea muerte bella*. Entonces me despedí y caminé decidida hacia la salida, sin mirar atrás. Paré un taxi y me subí. El viaje hasta mi casa se convirtió en un viaje por las calles que vos y yo caminamos, por los momentos en que nos mirábamos sin decir nada, por las palabras que nos dijimos y también por las que callamos. Miré para atrás y te lloré, una y otra vez.

Decidí que no más, aunque después me dormí con tu nombre entre los labios; ese después traicionero, engañoso. Porque al día siguiente el dolor parece más lejano, y tenemos la certeza de que podemos volver a pasar por lo mismo, una vez más, un rasguño más, otro suspiro. Así que al final está ese beso, otro más, el que salda la cuenta y me deja el corazón en banca rota, sin libertad.

*proveniente del capítulo 7 de Rayuela

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