jueves, 12 de junio de 2008

No soñarás

Últimamente sueño mucho con aquellas situaciones del día que quedan inconclusas.
Completo conversaciones que en vez de punto final, se estancaron en un signo vulgarmente interrogante. (Porque todos sabíamos la respuesta, vos y yo también).
Hago nacer diálogos que se morían por ver la luz (de la Luna), pero se fueron en aquella parada con el humo del caño de escape del colectivo, y vos, porsupuesto, te fuiste arriba de él.
Invento besos, que no fueron ni serán, que sólo fueron roce, que siempre lo serán.
Me castigo imaginando a una silueta que me insulta, me desarma, me degenera, me compara con lo más bajo de las formas de ser. (Aunque lo de "bajo" sea en las metáforas una arbitrareidad semiológica, aunque no tenga derecho, aunque nadie pueda decidir quién lo tiene, quién no).
Y vaya uno a saber dónde estará la imaginación, que hacía de mis noches durmientes un paraíso (o infierno) imprevisibles, a las que me entregaba completamente sin balbucear tratos ni excepciones.
La realidad me invade a través de los poros de mi piel, a través de los senderos del inconsciente. La realidad que no fue. La realidad que descansa en ese guiño de imaginación por mis noches.
Es realidad porque yo así la hubiera hecho, si no fuera por...

Quiero hacerla.

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